3’5 Butacas de 5
Si hay algo que dejar claro antes de comenzar esta crítica es la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Para qué sirve un largometraje documental?
Yo la respuesta la tengo clara: para aprender. Para hacer reflexionar. Para, a través de una perspectiva concreta, enriquecer la tuya.
Lo dicho, para aprender (aunque suene redundante).
Si bien es cierto que todo ya está contado y que la verdad, si existe eso, también se inventa y orienta a donde queramos llevarla, este documental que nos atañe logra transmitir la historia real ocurrida al literato Heberto Padilla de manera concisa y amena, permitiéndote tomar partido o darle vueltas a lo que has visto después de su visionado.
Su ritmo y fluidez es bastante dinámico e intenso, algo a destacar en un largometraje de estas características. Lo usual es que todos aquellos films documentales que narran casos históricos se quedan con la opción de lentitud por la aportación de demasiadas fechas, entrevistas, pruebas, investigación y demás, y esta cinta huye de este cliché.
La fórmula por la que el director, Pavel Giroud, opta es atrapar al espectador como si de un thriller se tratara, y no se arrepiente en optar por este tono. Se vale para ello de una música envolvente que añade tensión a la historia y el uso de grafismo dinámico y animado en los títulos, subtítulos, insertos de hemerotecas, etc, y una buena selección de las grabaciones con los discursos del escritor cubano, que con su carisma y oratoria excelsos, logra que no apartes los oídos ni los ojos de él.
El escritor de estas líneas desconocía esta sonada polémica ocurrida en los años 60 del siglo XX durante la revolución cubana de Fidel Castro. Esto hizo que el interés en los acontecimientos del documental aumentara. Además, se mencionan nombres de otros autores literarios latinoamericanos, algunos tan conocidos y eternos como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Julio Cortázar, los cuales tomaron partido en esta polémica como pudieron desde su posición.
Sí que es cierto que el montaje tan rítmico y agitado del film se agradece, sus continuos desplazamientos de tiempo y elipsis pueden desorientar al espectador, que se pregunta de cuando son los discursos que escuchamos.
Por último, hablemos de lo que ofrece esta película: una reflexión sobre cómo la política alteró la cultura literaria de un país para su propio beneficio con una causa que, se proclamaba, era para el pueblo.
Cierto que no es extraño en la actualidad, porque ha ocurrido desde que el mundo es mundo. Como ejemplo, los compositores de música Serguei Prokofiev o Dmitri Shostakovich se vieron afectados por la revolución rusa y el auge de la unión soviética. Esto hizo que sus obras se vieran en el punto de los servicios de seguridad de su país. Muy parecido a lo que le ocurrió a Padilla, que por un libro que escribió se le denominó antirrevolucionario cubano, y se le encerró.
Porque aquí viene la pregunta importante: ¿Cuál es la labor de un artista, o escritor, o autor respecto a su pueblo? ¿Estará obligadamente ligado a la política? ¿es necesario que lo esté o ya está ligada dependiendo del momento histórico?
Las consecuencias de Fidel Castro para con el arte en su país
Este documental permite muchísimas lecturas, preguntas e interpretaciones aparte de informar y educar sobre aquel acontecimiento histórico. Entonces, ¿ha cumplido su función para con el espectador?
Cogeos 3 butacones y medio para ver esta cinta y para reflexionar sobre ello, que hace falta estar cómodos para eso.