4 Butacas de 5
Autoficcional, introspectiva, sincera y delirante. El último filme de ficción del cineasta iraní Jafar Panahi, el cual ha escrito, producido, dirigido y protagonizado él mismo, es un espléndido y delicado ejercicio cinematográfico de composición narrativa, dosificación de la información y construcción del tono. No es de extrañar que haya sido tan aclamada por la crítica internacional y, probablemente, no te arrepientas de verla.
La película es tan simple y tan compleja como la realidad que pretende reflejar. Es muchas cosas simultáneamente: una reflexión metatextual sobre el cine y sobre su papel en la sociedad, una reivindicación política, una exposición de las libertades de un artista, una crítica a la frívola naturaleza del hombre moderno. Y es todo eso a la vez que es dramática pero liviana, llegando incluso a resultar divertida y graciosa por momentos.
La magistral construcción del tono juega un papel fundamental en este aspecto y este es introducido de manera genial nada más comenzarla la película. Lo primero que vemos es la escena de una película que el mismo protagonista está dirigiendo y que parece ser en un primer momento la trama del propio filme. El director hace entonces unas correcciones sobre la escena que se acaba de grabar, ha habido unos fotogramas que sobran y que estropean el tono de la misma. Irónicamente, la historia resulta luego estar plagada de los mismos fotogramas sobrantes y ese tono “estropeado” es justamente el que se quiere conseguir.
La historia parece estar jugando constantemente con las expectativas del espectador. Hace un buen trabajo confundiéndolo sobre la veracidad de los hechos que el protagonista está grabando como parte de su película. Gracias a esto, la película plantea una reflexión sobre la falsedad en la vida. Las interacciones del protagonista con la gente del pueblo refuerzan esta lectura, unas delirantes interacciones caracterizadas por la parsimonia y una educación extrema que hacen que la vida real del personaje parezca más ficcional que su propia película.
Este es un personaje protagonista frívolo que elige a qué prestarle atención, que se comporta como si su vida fuese metraje que pudiese editar. Aunque en un principio parezca que tenga una actitud pasiva durante toda la historia, este experimenta de forma muy sutil una transformación moral al final de la película. Finalmente, literalmente en los últimos segundos, vemos como decide quedarse en el pueblo y formar parte del desastre que ha causado, mostrando que ha decidido dejar de contribuir a que su vida sea una farsa y proporcionado un extraordinario y emotivo final.
Tanto los temas, tono y desarrollo de personajes están construidos de forma perspicaz y efectiva, y dan como resultado una película que luce sencilla, pero que tiene una premisa temática y una ejecución muy complejas. Es necesario señalar, sin embargo, que no le resultará entretenida a todo el mundo, ya que las acciones de la trama pueden parecer escuetas y el ritmo calmado puede llegar a resultar lento y hacer el visionado aburrido. Hubiese sido una obra maestra si hubiese tenido una premisa temática un poco más asequible y una trama en general más entretenida.