3 Butacas de 5
Rob Savage dio el salto a la gran pantalla durante la pandemia con Host (2020), una película que apenas alcanza la hora de metraje donde un juego de amigos a través de una videollamada se convierte en una pesadilla aterradora. El éxito de este filme lo catapultó a firmar un jugoso contrato conuna de las productoras de cine de terror estadounidense más importante, Blumhouse. Su siguiente película fue Dashcam (2021), una propuesta desafinada e insoportable que pasó sin pena ni gloria por la pasada edición del Festival de Sitges. Este 2023 estrena su tercera película como director, The Boogeyman, una adaptación del famoso relato de Stephen King. Una película de terror que abraza todos los convencionalismos del género y resulta demasiado explícita en alguno de sus pasajes.
El largometraje sigue la vida de los Harper, una familia de luto porque acaba de perder recientemente a su madre en un accidente de tráfico. El padre es psicólogo y, tras tener una consulta perturbadora con un paciente que se quita la vida, una extraña presencia se apodera de las sombras del hogar. Sus dos hijas, Sadie Harper (Sophie Thatcher) y Sawyer (Vivien Lyra Blair), comienzan a ser perseguidas todas las noches por un monstruo aterrador, The Boogeyman.
El terror siempre ha estado rodeado por una atmósfera traumática. El pasado de los protagonistas y el sufrimiento personal o colectivo siempre ha sido y será el caldo de cultivo perfecto para indagar en lo más profundo del miedo. Propuestas como The Babadook (Jennifer Kent, 2014), Hereditary (Ari Aster, 2018) o The Dark and the Wicked (Bryan Bertino, 2020) son ejemplos de un gran aprovechamiento del trauma como algo más que un mero accesorio narrativo. En estas películas, el trauma no es la excusa perfecta, sino que protagoniza y es la fuerza motriz del relato. Sin embargo, en los últimos 10 años, hemos visto como las películas de este género han abrazado sin miedo este recurso despojándolo de todo valor emocional para utilizarlo como justificación para dar rienda suelta a secuencias de jumpscares y escenas peliagudas sin alma, dando lugar a una especie de “traumaexploitation”. The Boogeyman trata de ser Babadook pero tan sólo logra posicionarse como una hermana de Ven a jugar (Jacob Chase, 2020).
La mayoría ha experimentado temor de pequeño cuando las luces de la habitación se apagaban y todo se convertía en una amenaza. El interior de un armario o el hueco de una cama se transformaban en los lugares perfectos para que una figura amenazante, fea y de dudosa moralidad nos atrapase para siempre.Aparentemente nunca pasaba nada, pero el miedo era y es de lo más intenso. El poder de la imaginación es suficientemente potente como para sostener y rellenar espacios vacíos con ocurrencias de lo más aterradoras. En ocasiones, lo que no se ve o se intuye da mucho más miedo que aquello a lo que uno puede ponerle rostro. Si lo muestras, parte del temor desaparece. Este monstruo en concreto, The Boogeyman, es el perfecto amigo de las sombras y no debería salir de ahí. De hecho, dentro de la propia película, da mucho más miedo un armario oscuro o el hueco de la cama que ver al monstruo en pantalla.
The boogeyman juega con el miedo atávico de sábana y armario y logra el escalofrío, pero su problema radica en la difícil conexión con el espectador. No da tiempo a empatizar con unos personajes algo acartonados que, cómo no, están superando el trauma de la pérdida. Rob Savage trata de elevar la película a través de unas secuencias de terror ingeniosas que funcionan por momentos, pero que naufragan cuando lo explícito puebla la pantalla. Sophie Thatcher, conocida por la serie Yellowjackets, soporta el peso interpretativo de la cinta con creces y funciona muy bien en las escenas de terror. La acompañan un corto elenco de actores que cumplen.
La puesta en escena es correcta y hay unas cuantas setpieces de terror bastante ingeniosas. Sin embargo, no es suficiente para colocar a The Boogeyman como una propuesta fresca y diferente. No es una película fallida ni mucho menos, es entretenida y asegura pasar un mal rato a cualquiera. Además, Rob Savage madura con cada película y se coloca como un director de terror atrevido a la hora de posicionar la cámara y con un ingenio muy necesario hoy en día. The Boogeyman consigue que volvamos a mirar debajo de la cama antes de irnos a dormir.