3 Butacas de 5
Blanquita se inspira en un caso que estremeció a Chile hace un par de décadas, donde se destapó una red de pedofilia en la que estaban involucrados políticos y empresarios. Pero específicamente, se basa en la historia de Gema Bueno, testigo clave del caso que, tras declaraciones públicas y en tribunales, terminó señalando que sus acusaciones eran mentira.
Al igual que en la historia real, Blanquita se centra en una chica que cae bajo el foco de la prensa al decidir testificar y el cura del hogar de menores al que pertenece, que la acompaña. Blanca ha sido víctima de abuso sexual, pero parece no estar directamente involucrada con el caso que aquí quiere exponer.
Lo interesante de Blanquita, además de su factura, fotografía y sólidas actuaciones, es cómo decide jugar con el espectador. El guion va dejando pistas poco a poco hasta que finalmente entendemos la naturaleza de la mentira que se está llevando a cabo, la motivación que hay detrás de ella y lo necesario de cometerla para lograr algo similar a la justicia.
Los protagonistas se permiten tener estas contradicciones, lo cual sólo complejiza la historia de buena manera. A veces puede ser más engorrosa de lo necesario y su oscuridad e iluminación pueden pecar de cumplir caprichos visuales, pero Blanquita es un thriller atrapante que, sin caer en el morbo, recalca la impunidad de algunos grupos y lo difícil que es para los desvalidos desestabilizar al poder. Es un buen debut para la fotogénica Laura López y un ejemplo de un cine chileno que se atreve a indagar más en el género, manteniendo cierta solemnidad con los hechos reales.