3 Butacas de 5
Las producciones de Joanna Hogg, directora y guionista británica, siempre se han caracterizado por su estilo autoral y su marcada selección del tono. La hija eterna es su última propuesta y viene apadrinada por A24 y Martin Scorsese. Una película con aires góticos y hitchcockianos muy marcados que narra el duelo de una hija que trata de conocer un poco mejor a su madre.
La hija eterna es una cinta que pausa la vida para permitirse el lujo de detenerse en el duelo. Como si de un proceso físico se tratase, Joanna Hogg da vida a un hotel misterioso y apartado donde la protagonista pretende saldar cuentas pendientes. Los lugares siempre guardan recuerdos y secretos bajo llave, este hotel, en concreto, fue la casa en la que se crió la madre de la protagonista. Los crujidos, el viento, la niebla, las gárgolas… elementos que adquieren un protagonismo especial, todo forma parte de un lugar tétrico y donde se respira añoranza y culpa.
Tilda Swinton actúa por partida doble y nos brinda unas interpretaciones sobrias y puntiagudas. Como si se tratase de Vértigo (1958) de Alfred Hitchcock, el personaje femenino se desdobla en una especie de espectro fantasmal con el mismo rostro. La angustia aumenta de intensidad y lo que parecía un fin de semana tranquilo entre madres e hija termina por transformarse en un drama inhóspito y cargado de tristeza.
La puesta en escena es certera y el guion se desliza continuamente por lo metacinematográfico. De hecho, hay una escena donde la propia directora y guionista parece estar conversando con ella misma, reflexionando sobre su propio proceso creativo y sobre lo pertinente de su historia. No es una película dinámica ni animada, no va a solucionar una tarde de domingo, sino que la convertirá en algo oscuro y demasiado melancólico.
La hija eterna es un filme que sigue engrandeciendo la carrera de una directora con las cosas claras a la hora de narrar y que nos presenta una de las relaciones dramáticas más angustiosas, tristes y apesadumbradas de los últimos años. No es una película para todo el mundo, pero merece la pena asomarse por una de sus múltiples ventanas.