4 Butacas de 5
En el ya recordado programa Muchachada Nui, el cómico Raúl Cimas, en un sketch en el que se disfraza del compositor Richard Wagner y el actor Aníbal Gómez interpreta a Hitler, grita con alegría a su compañero: “¡Vamos, sigue el ritmo!” mientras comienza a sonar la famosa Cabalgata de las Valkirias, del propio Wagner. Esa efusividad con la que anima al otro es con la que todos los protagonistas de este documental te hablan y te llevan por la duración de este metraje hablando y explicando su pasión por dar golpes y hacer los ritmos más endiablados… del rock.
Porque sí. Este documental es sobre rock. Este documental es rock. Rock de todos los tipos y sabores: pop rock, rock&roll, grunge, britpop, hard rock, rock de los 70, etc. Y el director Mark Lo nos propone una retrospectiva histórica de los baterías más famosos del siglo XX desde la aparición de… pues eso, del Rock.
No se olvide de lanzar (no mostrar, lanzar) una gran sonrisa a la persona al lado suyo en el cine, querido lector, si ve este documental. Inmediatamente todo el film le hará sonreír y querrá compartir su sonrisa con todo aquel que vea. De la misma forma que los famosos y reputados baterías que aparecen en las imágenes comparten su ilusión por los golpes y los ritmos primero ante sartenes, y luego ante los bombos, los platillos y las cajas.
Nombres como Stephen Perkins, Roger Taylor, Taylor Hawkins, Ringo Starr, Keith Moon se mencionan y charlan con la cámara sobre sus mayores influencias, pasiones y vivencias que les han transcurrido durante toda su carrera.
Pero tampoco se olvida el film de la perspectiva femenina. Nombres como Emily Dolan Davies, Sandy Nelson, Samantha Maloney, Cindy Blackman o Jess Bowen aportan algunas de las anécdotas más interesantes en este film repleto de ellas. De hecho, la figura de Bowen actúa un poco como hilo conductor del documental al seguirla mientras compra un set de batería nuevo para una grabación. Dicha grabación es la que culminará la cinta: una jam sesión entre baterías que no deja indiferente a nadie.
Lo que ha hecho Mark Lo con este documental es lo que hizo Fernando Trueba con su Calle 54 con el jazz hace ya 20 años. Un homenaje a un género musical eterno, y quién mejor para ese homenaje que quienes lo han vivido desde la primera fila. Las similitudes entre ambos films son numerosas, y hacen gala de las habilidades de sus protagonistas.
Y ya.
Porque la cinta es solo eso: una retrospectiva histórica con tanto ritmo que es admirable que quepa todo lo contado en una película de menos de 90 minutos. Pero no por ello es menospreciable. Porque será un disfrute para los que adoren el rock, y un descubrimiento para todos aquellos que nunca se hayan acercado a este género. Quizá puede adolecer de no contar nada más pero… ¿es que acaso hace falta algún drama social o reivindicativo para hacer un homenaje a algo que nos apasiona? Pues claro que no. Esto es música. Esto es ritmo. Puede no gustarte el género, pero allá donde vayas, y escuches lo que escuches, si no hay alguien que te marque el ritmo, mal vamos.
Al fin y al cabo, sin ritmo no hay música, y menos hay vida.
Y sin butacones, no hay posibilidad de ir al cine, y este film le damos 4 butacones bien cómodos.