Eran las nueve del sábado noche y daba comienzo una gala donde el gothic thriller de Rodrigo Sorogoyen que apunta firmemente a la xenofobia y el testamento biográfico con resonante carga política de Santiago Mitre partían como las grandes favoritas. As Bestas tenía como aval nueve premios Goya –incluyendo mejor película– y el César a mejor film extranjero mientras que Argentina, 1985 contaba con un amplio recorrido en el circuito norteamericano –Globo de Oro a mejor película de habla no inglesa y nominación al Oscar en la categoría homóloga– y una ferviente acogida en varios de los festivales internacionales más prestigiosos del panorama cinematográfico –FIPRESCI en Venecia y premio del público en San Sebastián–. Las alternativas a esta contienda eran la ganadora del Oso de Oro en Berlín, Alcarràs, ese mosaico familiar construido por Carla Simón que bebe del intimismo y la transparencia de Víctor Erice al mismo tiempo que mira al cine de Jean Renoir poniendo en valor la razón de clase al mostrar la conexión con la naturaleza de unos campesinos que son arrasados por el capitalismo, y Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, la fábula introspectiva en la que Iñárritu, a través de su alter ego, ahonda en nuestras raíces a la vez que mira de frente al 8 1/2 de Fellini.
Por otro lado, cabría incidir en que, desgraciadamente y pese al magnífico año de cine español que hemos tenido (uno de los mejores que se recuerden), los monstruos de Vermut, la corrupción de Serra, la memoria de Lacuesta, la ‘rohmería’ de Trueba o la consagración de Franco no pudieron tener representación en la que sería la décima edición de los Premios Platino.
La gala arrancaba, como de costumbre, con un espectáculo musical. Madre Tierra (oye) daba el pistoletazo de salida mientras que, minutos más tarde, el salero de Adrián Lastra cantando el himno de El Barrio (Pa’Madrid) y La Macarena animaban el festín. El primer premio era el de mejor ópera prima y, con él, la primera sorpresa. 1976 se alzaba con el galardón y dejaba a Cinco Lobitos sin una estatuilla que parecía que ya tenía dueño. No obstante, no pasaría mucho tiempo para que la obra de Alauda Ruiz de Azúa se reanimase del primer KO, pues Susi Sánchez cerraba un año espectacular para ella al igual que lo haría Luis Zahera (primer premio de la noche para As Bestas) tras ser reconocidos por sus excelsos trabajos de reparto –uno tan emocional y otro tan incisivo–.
Avanzaba la noche y la gala empezaba a desprender un olor latinoamericano. La segunda sorpresa llegaba con el reconocimiento a Águila Jaguar: Los Guerreros Legendarios de Mike R.Ortíz como mejor película de animación, dejando a Azulín y Gordi sin su merecido premio. Sí, queridos lectores, Unicorn Wars, la batalla campal confeccionada por Alberto Vázquez entre unicornios y reclutas patosos a lo Full Metal Jacket envuelta en el gore propio de Yoshiaki Kawajiri que sirve como reflejo político–social–religioso sobre el origen y comportamiento humano, se iba con las manos vacías. Tras ello, Utama –mejor música original– y El Caso Padilla –mejor documental– subieron a recoger sus respectivos galardones. Tuvo que venir Rodrigo Sorogoyen (ausente en la ceremonia) para frenar la sangría latinoamericana y alzarse con el Platino a mejor dirección, forjando así a As Bestas como firme candidato a llevarse el postre final. Pero esto sería sólo un tiempo muerto efímero. Llegaba el turno de las series y las ficciones del otro lado del charco arrasaban en el apartado actoral (Cristina Umaña por Noticia de un Secuestro y Guillermo Francella por El Encargado ganaban mejor interpretación protagonista de una miniserie o teleserie), así como Argentina, 1985 empezaba a dar sus primeros pasos con la dirección de arte y el cine en educación y valores a la vez que Utama se consolidaba como la mejor fotografía del año (segundo y último premio que recogería la obra boliviana). Tendría que venir de nuevo el thriller gallego para tomar cartas en el asunto y ganar en dos apartados que suelen ir ligados entre sí: montaje y sonido. Todos estos premios se dieron con celeridad; parecía que querían hacer un homenaje a Carlos Saura y su Deprisa, Deprisa.
Tras una breve pausa, Benicio del Toro se subía a la palestra a recoger el premio honorífico de esta décima edición de los Premios Platino. Al actor puertorriqueño se le veía nervioso, tanto es así que se quedó en blanco en más de una ocasión, pero eso no le impidió recordar tanto sus raíces como que ser rechazado forma parte de su profesión y que nunca hay que tener miedo en pedir ayuda, recalcando en que él era uno de esos actores que no pierde el tiempo en pedirla. Además, hizo hincapié en la crisis de identidad que había en su trabajo.
Después de los vítores hacia la figura de Del Toro, llegaba el definitivo batacazo para Iñárritu, pues Competencia Oficial se consagraba como la mejor comedia iberoamericana del año. Hay que recordar que Bardo era la única comedia que estaba nominada a mejor película, por lo que, a priori, parecía que el director mexicano iba a encontrar aquí su premio de consolación. “Verdes las han segado”, dijeron los votantes. Mientras tanto, seguía la fiesta para la ficción sudamericana. Noticia de un secuestro se alzaba con el premio a mejor creador de miniserie o teleserie (Andrés Wood y Rodrigo García) y a mejor interpretación femenina de reparto (Majida Issa) al mismo tiempo que Alejandro Awada conseguía que Iosi, el espía arrepentido no se fuera de vacío tras ganar mejor actor de reparto. Ricardo Darín subió a escena a recoger el premio a mejor guion en nombre de Santiago Mitre, que, al igual que Sorogoyen, no acudió a la gala. Esto supondría un punto de inflexión en el devenir de los acontecimientos, pues hasta ese momento la contienda entre entre As Bestas (dirección, montaje, sonido) y Argentina, 1985 (guion, dirección de arte, cine en educación y valores) estaba igualada. Sería Ricardo Darín al ganar mejor actor protagonista quien despejara el camino para la producción argentina. El actor nacido en Buenos Aires subía al escenario junto a Laia Costa, quien se impuso en la categoría de mejor actriz protagonista. Ambos se fundieron en un abrazo y se dieron la enhorabuena (recordar que trabajaron juntos en Nieve Negra de Martín Hodara). La actriz madrileña rememoró el rodaje de Cinco Lobitos y expresó con emoción que este era el final de fiesta que los lobitos merecían, mientras que Ricardo Darín daba las gracias a Amazon por ser la primera película latinoamericana en producir tras la pandemia a la vez que recordaba la identidad de la que hablaba Benicio del Toro: “los actores se tienen que acostumbrar al rechazo y a darle humanidad a los personajes que le tocan”. Recordaba, emocionado, la humanidad de Julio Cesar Strassera (el exabogado argentino a quien da vida en la película).
Llegamos al final de la ceremonia y, como cabía esperar, no hubo lugar a la sorpresa. Noticia de un secuestro (también producida por Amazon) cerraba su gran noche al consagrarse como la mejor miniserie y Argentina, 1985 sellaba su pasaporte ganando el Platino a mejor película en una gala en la que la música fue la nota predominante. Sebastián Yatra y Blanca Paloma fueron las dos estrellas invitadas. El cantante colombiano animó el palacio con su último éxito mientras que la artista ilicitana interpretó la canción que nos representará en el próximo Festival de Eurovisión. Al acabar, dedicaría su actuación a Carlos Saura (desgraciadamente, fue una de las pocas personalidades que se acordó del Maestro). Por último, dos de las mejores películas iberoamericanas, Bardo y Alcarràs, se irían con las manos vacías en una décima edición de los premios Platino donde la gran triunfadora de la noche terminó siendo Amazon.