3 Butacas de 5
Marina Seresesky nos presenta su tercera película como directora y guionista, una feel good movie con personajes de la tercera edad que realizan un melancólico viaje por su pasado de gloria, relaciones complicadas y bailes. Habiendo desarrollado su carrera hasta este momento de forma exclusiva en la industria española, la cineasta trabaja por primera vez con personajes y localizaciones argentinas, su país de origen, y el resultado, aunque no notable, sí es probablemente su proyecto más interesante hasta la fecha.
La historia se centra en tres amigos y viejas glorias del tango que se reencuentran en Argentina después de años sin verse y hacen un viaje por carretera (el road trip ya típico del cine) para conocer al hijo secreto de dos de ellos. Se trata de una trama sencilla que, pese a que la hemos visto miles de veces, desde el minuto uno consigue diferenciarse y no caer en tópicos narrativos. Con todo, y aunque mantenga un ritmo ascendente hasta el punto medio, en la segunda mitad la trama pierde el rumbo y el final no sorprende tanto como pretende.
Pero los elementos que sobresalen en la película son una premisa temática, unos personajes y un humor bien trabajados. Los protagonistas son en todo momento carismáticos, poco predecibles y presentan un desarrollo emocional. El humor es negro y se integra a la perfección con la historia a pesar de esta estar construida en torno a sucesos muy dramáticos. Se tratan además temas de amor, el viaje de la vida y la muerte de una forma lo suficientemente diferente como para no resultar repetitivo.
A pesar de que se ejecuten igual de bien los momentos más dramáticos y los más cómicos, la película lamentablemente no llega a encontrar un tono o registro en el que contar su historia. No se trata de una película de humor negro con una premisa temática dramática centrada en el desarrollo emocional de los personajes, ni es una película dramática con pinceladas de humor negro. Es las dos cosas a la vez, depende del momento y de lo que quiera contar, lo que llega a ser confuso.
En un principio, de la sensación de que los vaivenes del tono funcionan y le dan al filme personalidad. Sin embargo, al no explotar al máximo ninguno de los dos estilos y debido a los cambios repentinos de tono, el espectador puede llegar a sentirse emocionalmente desubicado y no se le ofrece el tiempo suficiente como para desarrollar unas emociones fuertes para con las partes de la historia. Al final, y a pesar de unos personajes y humor bien construidos, la historia no destaca en nada concreto y se siente olvidable. Sigue siendo una opción, aunque no de las mejores, para aquellos espectadores que disfruten del formato feel good.