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El director canario Luis Roca nos acaba de regalar Benito Pérez Buñuel, un maravilloso documental en el que, en poco más de una hora, pone luz en la conexión que unió a Benito Pérez Galdós y a Luis Buñuel.
El punto de partida es una frase del cineasta de Calanda en la que reconoce que, de haber influido alguien en su obra, ese fue el escritor que emigró muy joven de Las Palmas de Gran Canaria y se encarnó para la eternidad en el alma de Madrid.
Con un estilo libre y muy original, en el que se aúnan los testimonios de los expertos con el repaso a varios aspectos que marcaron la historia vital de los protagonistas, Roca se permite hasta unos oníricos pasajes animados que oxigenan la cinta dando entrada al arte en sí mismo.
Una ventana a la belleza que incluye incluso una maravillosa canción en el madrileño Parque de Retiro en la que se recitan unos versos de Buñuel. Algo especialmente emotivo, pues se produce a escasos metros de la escultura que en el pulmón verde de Madrid homenajea a Galdós y en cuya inauguración se le pudo ver por penúltima vez en público antes de morir… No cuesta nada imaginársele escribiendo crónicas sobre los españolitos de hoy que se acercan al estanque y que, al hacerse un selfie en la barca, ignoran que están en “el mar de Madrid”, en feliz expresión galdosiana.
Ambos gigantes de nuestra cultura apenas se vieron una vez, cuando, como dibuja el director, un joven Buñuel (y su imaginario anciano, ya exiliado en México) fue a visitar a su admirado maestro junto a un compañero en la Residencia de Estudiantes: un tal Federico García Lorca que se presentó como “un poeta de Granada”, mientras que él se postró ante Galdós como “un boxeador”.
Pertenecieron a dos generaciones muy distintas, pero Roca ve una línea fina que unió a ambos: la del humanismo que busca encuentro y belleza, huyendo de todo extremismo. Galdós alimentó espiritualmente a Buñuel y este dejó esencias de su caudal en las películas en las que directamente recuperó alguna de sus inmortales obras, pero también, como demuestra la cinta, en numerosos guiños que se plasmaron, a modo de homenaje, en otras escenas ante la cámara.
España está de enhorabuena. Algunos de sus directores miran al pasado y están honrando a los maestros con documentales llenos de vida: Manuel Menchón con Unamuno en Palabras para un fin del mundo; Laura Hojman con Machado en Los días azules y con María Lejárraga en Carta a las mujeres de España; Xavier Villaverde con María Casares en La mujer que vivió mil vidas… Se suma a esta justa y necesaria lista Luis Roca, que nos deja un regalazo entrelazando las almas de Benito Pérez Galdós y Luis Buñuel. ¡Esto sí que es Marca España!