3 Butacas de 5
Crónica de un amor efímero de Emmanuel Mouret se ancla en la economía y la sencillez para contar una historia de amor, lo que no hace que el recurso sea poco original. La película se presenta como una serie de viñetas, una sucesión de escenas largas de conversación entre dos personajes, que representan cada encuentro que tienen a lo largo de su relación.
La relación en sí es un adulterio. Simon (Vincent Macaigne) es un hombre casado que inicia una relación intensa y romántica con Charlotte (Sandrine Kiberlain), a medida que van descifrando qué significa para ellos y si es que pueden soportar la situación, que llevan con relativa calma.
Al principio transcurre como una cinta que quiere pertenecer a la trilogía Before de Richard Linklater, solo que extremadamente francesa. La música, los exteriores parisinos, las preocupaciones –o falta de ellas– de la pareja, la necesidad de excesiva comunicación para entender el estado de las cosas. Nunca deja de ser agradable de ver pero tampoco se siente vital u original. El suspenso de saber qué pasará en la relación está acabado por la condena que le hace el título del film, solo hace falta ver cómo se llega ahí.
Vincent Macaigne (quien el año pasado se robó el remake de Irma Vep de Olivier Assayas) acá hace de un hombre neurótico y bienintencionado, un protagonista woodyallenesco que logra sacar risas con su verborrea, pero se siente un poco trillado. Y sirve para hablar de toda la película.
Nada se siente tan original, pero es agradable de ver. A través de momentos aparentemente triviales, bien actuados y seleccionados, entendemos cómo una relación que empieza del consenso explícito de que será sexual se va convirtiendo en algo más. Y cómo el par de involucrados lo intenta negar. Su falso relajo liberal frente al complicado momento en que se encuentran finalmente les pasa la cuenta, cuando ya es demasiado tarde, naturalmente.
Crónica de un amor efímero logra hablar de algo muy específico en su estudio de las relaciones humanas, con delicadeza y humor, pero le falta la profundidad o el riesgo para hacer de esta una obra que llegue a ser más memorable o trascendente.