4 Butacas de 5
John Wick regresa a la gran pantalla en este nuevo capítulo de la ya exitosa saga de acción que, allá por el 2014, vio la luz sin muchas pretensiones y ahora se ha convertido en toda una celebración para los fans de las “tortas”. La cuarta entrega pretende sorprendernos con un presupuesto mucho más inflado que las anteriores y un aroma a fin de fiesta para un personaje tan querido como aparentemente indestructible. A los mandos de esta superproducción sigue el director que lo inició todo, Chad Stahelski, esta vez acompañado por otro equipo de guionistas en sustitución de Derek Kolstad, el que firmó los tres libretos anteriores.
Y puede que sea el guion lo primero que haya que quitarse de encima. Es la parte que más flojea, pero no importa. A estas alturas todo el mundo sabe a lo que se enfrenta cuando John Wick protagoniza la película. El argumento queda relegado a un mero mecanismo de justificación de las grandes secuencias de acción. Si es verdad que hay líneas de diálogo punzantes y alguna escena con Bill Skarsgård de por medio que está bastante conseguida, pero el resto es bastante olvidable. El guion en esta película actúa como el Mcguffin perfecto.
Qué decir que no se haya ensalzado ya de la figura de Keanu Reeves. En esta cuarta entrega da vida a un John Wick desgastado y cansado en busca de una libertad aparentemente inalcanzable. Mantiene la habilidad en las escenas de acción y se crece en los momentos verdaderamente importantes. Con una interpretación siempre sobria y carente de matices, el actor libanés da lo mejor de sí para inundar la pantalla de golpes y disparos.
La pólvora y las artes marciales siguen presentes a partes iguales. La película cuenta con grandes setpieces de acción distribuidos a lo largo de sus 2 horas 50 minutos que funcionan a las mil maravillas. Tras tres buenas entregas donde el nivel de las coreografías iba en aumento todo parecía indicar que esta cuarta cinta iba a pecar de repetitiva y, si bien es cierto que puede llegar a aborrecer tanta violencia gratuita, todo está muy bien planteado a nivel de puesta en escena y la originalidad sigue siendo la protagonista de unas batallas espectaculares.
Otra de las grandes bazas de esta película es la leve pero interesante expansión del universo de John Wick. Podemos conocer a un par de personajes lo suficientemente carismáticos como para ser queridos por los espectadores y unos antagonistas bastante decentes encabezados por un Bill Skarsgård algo discreto pero que funciona bien como principal contrapeso de la cinta.
John Wick 4 es una oda al cine de acción. Un producto autoconsciente y que juega todas sus cartas a las mil maravillas para ofrecer algo lo suficientemente entretenido como para pagar una entrada de cine. Una película mucho más grande que sus predecesoras que sabe mantener la esencia y no se va por las ramas conformando una saga de acción que pasará a la historia como una de las mejores de su época.