3’5 Butacas de 5
Tras su paso por el Festival de Sitges, donde estuvo nominada al premio de Mejor película de animación, llega a los cines españoles Blue Thermal, película de animación japonesa dirigida por Masaki Tachibana (Barakamon, 2014), quien, tras dirigir múltiples series de anime, debuta en el largometraje con una película fresca, valiente y llena de mensajes edificantes.
Podemos definir como un milagro el hecho de que, en el panorama cinematográfico actual, algunas distribuidoras españolas sigan apostando por llevar a las salas cintas como la que nos atañe: un film que no proviene de una famosa franquicia y que, aunque trate temas ya versados una y mil veces en el campo del anime, no se conforma con usar los manidos esquemas narrativos tan usados en este tipo de películas y que tanto han funcionado y siguen funcionando de cara a la taquilla y el beneplácito del público. Aquí, Tachibana no abusa de la épica; al contrario, parece huir de ella hasta en los momentos donde la acción lo pide de una manera más que evidente, pudiendo dejar la sensación de que lo que vemos es un capítulo más de uno de los seriales del cineasta nipón. Su estructura, al contrario que la animación, dista mucho de ser previsible, dejando un conjunto funcional (para bien y para mal) que tal vez demande una actitud más pasional y arrojadiza ante los acontecimientos narrados, sobre todo en lo referente a las competiciones aéreas de los pilotos protagonistas, aunque bien es cierto que, pese a que la superficie de la obra pueda apuntar a lo contrario, en el fondo, el filme que nos ocupa no trata sobre competir o ganar un premio económico o material; el premio que la protagonista ansía desde los primeros compases de la cinta (el amor y la amistad) es el motor de este vivo relato. Posiblemente, esto sí peque de ser manido y conservador, pero, seamos sinceros: por mucho que hayamos visto y volvamos a ver en multitud de ocasiones estas cuestiones en el ámbito del manganime, lo cierto es que nos siguen emocionando película tras película, serie tras serie. Ya sea en el audiovisual o en los cómics, lo que nos sigue atrayendo de la cultura nipona es esa capacidad de sorprendernos haciendo universales las temáticas más locales, rompiendo las barreras geográficas y generacionales y logrando que, como en este caso, empaticemos con los conflictos de una joven recién llegada al campus que busca una “vida normal de universitaria” aunque ya hayamos dejado atrás esa etapa vital o aún no la hayamos alcanzado. Es probable que las problemáticas que aborda esta cinta se muestren un tanto precipitadas en alguno de sus pasajes; tampoco podemos dejar pasar por alto esa linealidad de la que hablábamos que convierte a Blue Thermal en un ejercicio de animación en ocasiones monótono, pero la gran virtud del film es la de lograr esa conexión entre el público y la protagonista en tan solo cien minutos, encapsulando en tan poco tiempo conflictos familiares, amorosos, deportivos o de amistad y aunando la mencionada universalidad a esa cualidad de llegar a diferentes públicos.
Por lo expuesto anteriormente, no podemos decir que Blue Thermal sea una obra perfecta (tampoco lo pretende), y es verdad que no tiene esa gravedad autoral de los mejores ejemplares de cineastas como Hayao Miyazaki, Makoto Shinkai o Mamoru Hosoda, pero el carácter liviano que le impregna Tachibana le sienta muy bien a una cinta que nos cautivará si logramos rascar su superficie y llegar al corazón de su historia.