'La Belleza y el Dolor': ProtestARTE

'La Belleza y el Dolor': ProtestARTE

4 Butacas de 5

Hola.

Para esta crítica necesito encontrar las palabras adecuadas, medidas al milímetro, que representen la impresión que me dio visionar este film documental, complejo, denso, intenso y un largo etcétera.

Con un mero resumen no vale.

Voy a usar los capítulos en los que la directora Laura Poitras presenta esta película, que sigue el activismo de la artista fotógrafa Nan Goldin contra la familia Sackler y su comercio farmacéutico de opiáceos.

La lógica despiadada de estas imágenes es poner el foco en el activismo contra los opiáceos de la artista Nan Goldin, fotógrafa de gran influencia desde los años 70 del siglo XX. La alternancia de su obra visual con las marchas y protestas de su grupo activista PAIN, bañada con música de aquellas épocas, es la estructura propuesta por Laura Poitras para sumergirte en esta historia en pro de la salud.

En ocasiones el ritmo se hace tedioso, y puede llegar a confundir al espectador sobre si el documental es sobre Nan Goldin o sobre la influencia de esos medicamentos malsanos.

Pero es la moneda real a pagar en esta historia que, mediante transcurren sus minutos, te atrapa y consigue tu plena atención sin hacer que mires el reloj a pesar de lo antes mencionado.

Debido a ello, se consigue una balada que combina arte con activismo, reivindicación y lucha con creatividad y expresión, que son precisamente los momentos más incisivos de la vida de Goldin. Estos momentos se reflejan en pantalla con un silencio que atrapa tu corazón en un puño y te compromete con el film.

Contra nuestra desaparición como espectadores, Poitras comienza a subir las apuestas, haciendo que la fluidez del film se muestre más ligera y amena de ver, haciendo gala de un montaje espléndido, que te ubica en todo momento en el lugar en el que estás de la historia.

Llegados a este punto del metraje, la directora apuesta por el efectivo dramatismo del relato de la fotógrafa protagonista durante las muestras de su obra, sin llegar al espectáculo barato, preparando el momento antes del clímax, que consiste en una videollamada judicial narrada cámara en mano para evadirse de cualquier artificiosidad.

De esta manera no deja ninguna vía de escape a la atención del espectador, y nos deja en bandeja de plata a un grupo activista unidos como hermanos y Hermanas, en su lucha contra los medicamentos opioides, celebrando su más aplaudida victoria después de años de marchas y protestas.

Y todo esto es una simple muestra de los 4 BUTACONES que le asigno a este film, que no solo es desgarrador, si no que logra concienciar sobre el peligro de estos malsanos medicamentos y de su sustento económico, que en este caso es el mundo del arte.

Esa dualidad mostrada (arte y farmacéutica) es la base de este documental. Por lo que podríamos resumir que no todo el arte es bonito, pero cualquier actividad, como una marcha de protesta, puede ser arte.