3 Butacas sobre 5
Es fácil subestimar lo duro que puede llegar a ser el peso que tienen los apellidos, sobre todo cuando estos generan unas expectativas difíciles de cumplir para las nuevas generaciones: por ejemplo, si el señor Gomez Addams es conocido entre los suyos por ser un maestro espadachín, su hijo Pugsley tendrá que lidiar con la presión de estar a la altura del legado paterno. Irónicamente, esta subtrama de la nueva película animada de La Familia Addams resulta más que apropiada para explicar la tibia recepción que ha tenido entre la crítica estadounidense: cuando uno tiene en mente la exitosa adaptación de 1991 (y su más que reivindicable secuela de 1993), lo que no pretendía ser más que un producto ligero dirigido al público infantil se convierte en una especie de afrenta contra el honor familiar muy difícil de aceptar.
¿Demasiado dramatismo para un mero entretenimiento de Halloween? Puede que sí, aunque es justo admitir que cuando se actualiza un icono de la magnitud de La Familia Addams es de esperar un mínimo de respeto y cariño hacia el material original. Y lo que pasa es que, si bien esta nueva revisión de los Addams es mucho más fiel de lo que aparenta en principio (basta con comparar los diseños de los personajes con los de la tira cómica publicada por Charles Addams en los años 30), su target la obliga a alejarse del humor negro y la mordacidad que caracterizan a las anteriores versiones cinematográficas.
Esto no la convierte en una mala película, pero sí en una que la mayoría de fans de Anjelica Huston y Christina Ricci no estarán interesados en ver. Tan obvio es que su público no es el mismo que el de hace casi 30 años que la historia comienza con un flashback en el que unos recién casados Morticia y Gomez conocen a Lurch y se instalan en su célebre mansión: personajes nuevos para una audiencia nueva.
Como producto pensado para los niños, no obstante, La Familia Addams cumple: es cierto que la historia se antoja simple y predecible y que la moraleja no aporta nada original, pero la animación es simpática, los personajes son carismáticos (destacando en especial Miércoles y Fétido) y muchos de los gags funcionan (quizá más como slapstick que como humor negro, pero funcionan). Ahora bien, el modo en que los adultos respondan va a depender del cariño que estos le profesen a la versión de los 90 o incluso a la de los 60: quien espere ver un calco de aquellas en cuanto a tono, se va a sentir engañado; en cambio, quien se contente con admirar los guiños y homenajes al largo legado cultural de los Addams es muy posible que se sobreponga a su infantilismo y pase un rato más que agradable.
En definitiva, si tus hijos quieren ir a verla no es ningún drama acompañarlos, aunque definitivamente tampoco se trata del mejor exponente de su género. Nos quedamos con la buena noticia de que haya historias de los Addams para años venideros y con la satisfacción de que los estudios lancen películas que permitan a los más pequeños ir enganchándose a pasar miedo en el cine.