3’5 Butacas de 5
Todos los amantes del séptimo arte tenemos como referente a uno de los grandes personajes que nos ha traído la industria cinematográfica. Y es que el mítico boxeador Rocky Balboa, interpretado por Sylvester Stallone, ha logrado formar parte de nuestras vidas desde los años 70, llegando hasta ahora con la reciente trilogía centralizada en el primogénito del principal rival y amigo de Rocky, Apollo Creed.
Las dos primeras entregas de Creed, protagonizadas por Michael B. Jordan (Adonis Creed), fueron un rotundo éxito entre las críticas y el gran público, convirtiéndose en una grata sorpresa para aquellas personas que esperan poco y menos de los, en muchos casos innecesarios, reboots de los grandes clásicos de Hollywood. Y es que se han convertido en dos películas muy respetadas debido a que logran transmitir ese sentimiento de ambición y superación que representa a la saga original de Rocky, pero con los medios y el lenguaje cinematográfico del siglo XXI, haciendo así muy buen uso de la narrativa.
Para el que no se encuentre en contexto, Adonis Creed (Michael B. Jordan), es el primogénito del boxeador estrella, y eterno rival de Rocky Balboa, Apollo Creed (Si no conoces este nombre te recomendamos directamente que inviertas unas pocas horas de tu tiempo en repasar las primeras entregas de Rocky). En Creed III, vemos a un Adonis retirado tras haber dominado el mundo del boxeo. Habiendo prosperado también en lo profesional y lo personal, Adonis se reencuentra con un viejo amigo de la infancia, antiguo prodigio del boxeo, que provocará que Adonis entre una última vez en el ring.
Esta última entrega, como en cierto sentido era de esperar, viene cojeando tras 2 entregas que, tal y como hemos dicho, funcionaron muy bien con una narrativa e historia que logran conectar muy bien tanto con el público como consigo misma. Pero sentimos que Creed III se ha quedado un paso atrás. El personaje de Adonis Creed logró mucho más de lo que incluso se le llegaba a exigir, pero el sabor de boca que nos deja esta entrega es que su historia ha sido estirada con el fin de conseguir de nuevo espectadores.
Si la analizamos por partes, Creed III tiene un comienzo de cinta muy fuerte. Un inicio que nos va introduciendo más y más en esta nueva trama, con la expectativa de encontrar una relación compleja entre dos viejos amigos que en su momento, no hicieron las cosas como deberían, llevándolos al punto en el que están 18 años después. Pero en el momento en el que nuestras expectativas consiguen llegar alto, la película tiene un punto de giro rotundo, que rompe con toda profundidad refugiándose en reacciones un tanto infantiles por parte de los personajes, casi destruyendo la estima que se había conseguido generar alrededor del antagonista interpretado por Jonathan Majors (Damian Anderson).
Obviando este factor de la película, se mantiene fielmente la estructura de anteriores entregas, funcionando muy bien con el resto de la narrativa de la obra, y añadiendo recursos de carácter onírico nunca visto en la saga.
Otro punto fuerte no tan característico de las anteriores entregas, es el gran despliegue fotográfico que se realiza, pasando del tono documental a un uso más narrativo de la fotografía, con un presente y pasado muy bien diferenciado tanto en contraste, como en colores y textura. En definitiva, se hace muy buen uso de la luz y el encuadre, introduciéndose en las tendencias actuales que oscilan entre lo comercial y lo experimental, e incluso urbano.
Cabe destacar también la interpretación de Jonathan Majors interpretando Damian Anderson, cuyo personaje se ve reflejado mucho más allá de lo que la propia trama cuenta. El actor logra dar una personalidad diferente a su propio personaje con la forma con la que se mueve en el ring, algo notablemente trabajado, y que se sale en cierto sentido de lo convencional al dar énfasis en los pequeños detalles que en la realidad hacen destacar a grandes boxeadores como lo fueron Mike Tyson o Cassius Clay.
Con el fin de concluir, cabe decir que a pesar de los errores que se han cometido a la hora de escribir esta posible última secuela, la saga Creed ha conseguido lograr algo que muchas sagas no consiguen, y es resucitar viejas historias que en su momento cautivaron a generaciones enteras. Aunque en Creed III también se ha perdido cierta esencia de Rocky y Apollo Creed, Adonis sigue siendo una figura a la que admirar cuando vayamos a la gran pantalla.