4 Butacas de 5
Con nueve años de edad Cáit, la niña que más “problemas” causa entre todos sus hermanos, es mandada a vivir con unos parientes lejanos hasta que su nuevo hermanito nazca, en estos meses Cáit conocerá una mejor manera de vivir luego de venir de un hogar disfuncional, poco a poco la familia se irá ganando el corazón de esta chiquilla tan reservada y ella desde su inocencia descubrirá la dolorosa verdad de este hogar en el que parece que solo hay cabida para el amor.
Señala la compañera Jessica King en su crítica que “hay distintos tipos de silencio … está el silencio del miedo, ese silencio solitario de una niña acosada que escucha los pesados pasos de un adulto por las escaleras, o los gritos de otros niños más atrevidos”; un acierto al completo porque ‘The Quiet Girl’ posee un acierto excelente en esos silencios convirtiendo a la película en una historia enternecedora y llena de sentimientos.
Catherine Clinch debuta en este filme dejándonos ver a través de ella todo lo que un niño puede gritar solo con la mirada, no necesita alzar la voz para robar el foco, pues sus gestos más sutiles pueden despertar todo tipo de sentimientos conmovedores. Y es a través de ella que uno como espectador conoce las realidades de una Irlanda rural en 1981.
Presenciamos escenas tan íntimas que uno casi se siente parte de la historia, el amor y el cariño que envuelven a Cáit en ese nuevo hogar es un gran respiro de todas las veces que las mismas circunstancias estaban llenas de sentimientos de agobio y antipatía por parte de su familia nuclear. El silencio se muestra como ese lugar seguro en el que varias personas se pueden encontrar, pero para ello debes estar abierto a escuchar.