4 Butacas sobre 5
Gavin Hood (conocido por El juego de Ender, X-Men orígenes: Lobezno y Espías desde el cielo) nos sorprende con un relato inteligente, ingenioso e intrigante que toca bastantes temas que aparecen disimuladamente. Al principio parece que va a ser una película que simplemente va a tratar el espionaje y los secretos de estado. Pero la película va a tocar muchos palos: desde el espionaje moderno (de un nivel de oficina de teleoperadores espías de Gran Bretaña); el periodismo sensacionalista de ese momento (con el que nos podemos sentir identificados a día de hoy), e incluso habla sobre la abogacía, donde sacan ciertos dilemas bastante interesantes y reflexivos que prefiero no mencionar, porque pienso que es mejor dejar a la película que lo cuente, ya que sabe lo que hace.
La película empieza por el final de la trama (ya sabéis, el viejo truco que nunca falla de mostrar el hecho que nos va a enganchar para que luego la película haga un responda a la pregunta de: cómo se ha llegado a este “fregao”) donde nos encariñaremos de una Keira Knightley que interpreta a la protagonista de esta historia basada en hechos reales, Katharine Gun. Katharine es una espía/teleoperadora que trabaja en el GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno) que decide filtrar un correo electrónico confidencial por parte del Tío Sam donde les piden que espíen a miembros del Consejo de Seguridad de la Onu para forzar el apoyo para ir a la guerra. Al filtrar este correo (para limpiar su conciencia), va a empezar a formarse una “bola” imparable de eventos que van a sobrepasar a Katharine (y a sus expectativas).
Desde el principio vamos a ver con Katharine una construcción sutil de sus motivaciones personales y morales que la llevarán a traicionar a su gobierno filtrando ese correo que pondrá en riesgo todo su mundo. Después de ver la construcción de esa figura moral que prevalece durante toda la película, Katherine va a ser atacada y cuestionada constantemente por parte de su gobierno, la policía, sus jefes (e incluso el becario que está trabajando de currito, que parece que también está en su contra). Pero entonces aparece fugaz e implacable un voraz y brillante Matt Smith que representará como periodista a esa doctrina periodística en busca la verdad por el bien del público (que va a figurar como la segunda figura moral en la historia), aunque eso signifique jugarse su propio cuello y su carrera profesional. Aquí aparece lo que más me gusta de toda la película que es el cambio inesperado de la trama de Katherine, a la de los periodistas que buscan la veracidad del correo que filtró ella. Junto a mi querido Matt Smith (soy fan de Doctor Who, y a mucha honra) se le unirá al equipo de investigación los apasionantes Matthew Goode y Rhys Ifans que completarán un trío de mosqueteros que nos enseñaran el camino periodístico para la búsqueda de la verdad, o mejor dicho sus métodos y triquiñuelas que utilizan para conseguir la información de sus fuentes. Y lo último que me merece la pena destacar es la actuación de Ralph Fiennes quien será el abogado que tratará de salvar a la pobre Katherine de todo este meollo. Esta es la parte en la que veremos el dilema de la justicia. Además de ser una excusa muy bien utilizada para explicarnos a nosotros cual es la complejidad legal en la que está envuelta Katherine (ya que no todos nos hemos sacado el grado en Derecho.
Me parece que Gavin Hood ha conseguido hacer una película perspicaz e intrigante que sabe mantener el ritmo llevándote por temas que, aun siendo muy complejos, no se entrometen a la hora de contar una buena historia sin que pierdas el hilo en ningún momento.
Por último, personalmente he echado en falta más momentos con Matt Smith (pero asumo que es por puro fanatismo) y del resto de elenco de actores que realmente aportan un punto muy jugoso al relato. Para ser una historia con un trasfondo tan complicado, Gavin Hood no solo ha sabido contar una buena historia, sino que nos ha manejado y conducido por una pequeña clase de historia, política, periodismo y derecho. Gracias a todo esto, podemos comprender lo que realmente sucedió con Katharine Gun y nos hace reflexionar con una pregunta que nos planteamos al terminar la película: ¿Quiénes son las verdaderas víctimas de los secretos de Estado?