3 Butacas de 5
Peyton Reed cierra la sólida trilogía de Ant-Man con una película muy disfrutable. Ant-Man y La Avispa: Quantumanía narra de nuevo las peripecias de Scott Lang y compañía, esta vez a través del mundo cuántico que ya se había dejado ver en la segunda entrega. Juntos tendrán que superar ciertos obstáculos y enfrentarse a un enemigo que planea alterar y dominar el complejo multiverso.
Esta entrega es, sin lugar a dudas, la mejor y más ambiciosa de la trilogía. Sin renovar ni arriesgar lo más mínimo, la película se las apaña para erigirse como un sólido divertimento para los fans del personaje. Un reparto cada vez más coral, encabezado por un siempre inspirado Paul Rudd, da lo mejor de sí para que la atención del espectador no decaiga en ningún momento. Con un tono claro y unos diálogos que tienden a sobreexponer, la cinta avanza a un ritmo frenético para evitar el aburrimiento.
Quizá el gran atractivo de esta película sea el novedoso mundo cuántico. Un lugar en el que nos habían introducido en la anterior película y que ahora nos meten de lleno para conocer sus reglas y los peculiares seres que lo habitan. Para ser completamente sinceros, este mundo cuántico parece falto de ideas. No se diferencia mucho de otros paisajes o mundos fantásticos que hayamos visto en diversas películas de ciencia ficción que exploran la existencia de universos paralelos. Pese a esto, la inmersión es lo suficientemente efectiva como para que no haga falta cuestionarse este espacio mucho.
Quizá una de las patas endebles de la película sea su antagonista. Al villano le gusta hablar demasiado y nunca resulta ser verdaderamente amenazador, de hecho no hay ni una sola línea que lo diferencia del resto de “malos” que hemos visto hasta la saciedad a lo largo del, cada vez más extenso, Universo Cinematográfico de Marvel. Simplemente se impone como la figura a la que deben batir los protagonistas para poder huir y salvar al multiverso.
Ant-Man y La Avispa: Quantumania propone un viaje cuántico bastante entretenido que satisfará a los fans y dejará indiferentes al resto. Una película sólida que arriesga muy poco y juega todas sus fichas al carisma tan peculiar de un Paul Rudd que no defrauda.