3 Butacas de 5
Sin pretensiones formales y valiéndose de sutilezas, la realizadora francesa Rebecca Zlotowski trabaja en Los hijos de los otros en clave intimista y humana. “Una historia sencilla bien contada” parece ser el mantra que se utilizó para contar el dilema de Rachel (Virginie Efira), una mujer que se encuentra cuestionando el significado de la maternidad.
La conocemos como una trabajadora social soltera, asertiva y satisfecha con el estado de las cosas. En sus 40, lo único que pareciera causarle conflicto es un reloj biológico que le avisa que las posibilidades de ser madre disminuyen cada día. Cuando empieza una relación con Ali (Roschdy Zem), que es padre de una niña de cuatro años, adopta el rol de madrastra con facilidad y gusto. No ha abandonado sus sueños de tener hijos biológicos, pero se lleva tan bien con Leila y las cosas con Ali parecen funcionar, que se siente completa nuevamente.
Lo que complica las cosas es cómo, poco a poco, dimensiona las limitaciones de su rol. Por mejor que sea su dinámica con su novio e hijastra, no es parte fundacional de la familia y empieza a sentir la exclusión que eso conlleva. Pareciera que eso es lo que a Zlotowski le interesa explorar, aquellos pequeños detalles que generan el distanciamiento que produce el no ser la madre biológica de alguien, independiente del amor que se tengan.
Una creencia fugaz de que está embarazada, peleas familiares en las que no puede entrometerse y su relación con la madre biológica de Leila son factores que complican un slice of life burgués, pero no por eso menos real. Es un dilema que no se ha abordado tanto en el cine, aquella incomodidad de no encontrar un lugar.
Y la forma de mostrarlo es a través de un estudio de personaje que recae en la interpretación sólida de Efira, cuyo rostro nos va guiando por los vaivenes de su experiencia, en una película cuyo guion avanza como la vida misma, sin mayores peripecias que las dudas y sentires internos de su protagonista.
Los hijos de los otros es efectiva y logra su cometido, pero sin mayores sorpresas. De nuevo, todo aquí está bien hecho y funciona, solo que el desarrollo es muy tibio como para que esta se sienta una película más necesaria. Hay un sentido de urgencia que no se logra y, finalmente, la protagonista está tan compuesta antes y después de su recorrido que pareciera que este último capítulo que cierra las puertas de su maternidad no fue tan determinante en su historia de vida.