4 Butacas de 5
Kompromat de Jerome Salle es de esas películas que parecen tres o cuatro al mismo tiempo. Cuando, durante sus primeros minutos, vemos el retrato amargo de la sociedad rusa desde los ojos de Mathieu, un diplomático francés que presenta una obra de actuación de teatro homoerótica ante la indignación de las autoridades asistentes, parece que nos vayamos a encontrar con un relato seco y cáustico propio de Andrey Zvyagintsev.
Poco después, cuando el protagonista (Gilles Lellouche) es acusado injustamente de distribuir material pedófilo y entra a prisión, encontrándose con un ambiente terriblemente hostil en un país que no es el suyo, parece que la película va a convertirse en una especie de El Expreso De Medianoche cambiando Turquía por Rusia. Sin embargo, unos minutos más tarde, Mathieu es liberado y le informan de que va a ser condenado a 15 años de prisión, y Kompromat se transforma finalmente en una película de supervivencia centrada en la huida oculta a la frontera de Rusia para poder regresar a Francia.
Formalmente, el relato resulta siempre atractivo y alberga un conseguido sentido del ritmo. La travesía siempre nocturna y silenciosa de Mathieu, a menudo confiando en extraños sólo para verse obligado a huir de ellos poco después, está articulada en todas sus etapas con cierto interés, reutilizando tropos del thriller políticos ejecutados impecablemente. A este respecto, quizá el momento más estimulante de la película se encuentre precisamente en su clímax: una huida a pie desesperada a través de un bosque siberiano plagado de lobos y con los agentes rusos apenas unos pasos por detrás. La cámara de Salle no es especialmente vistosa, pero el resultado final, articulado esencialmente a través del montaje, es trepidante.
Por otra parte, aunque el tono que se pretende imprimir al relato sea de estricta realidad y cierta densidad dramática, da la impresión de que la película resultaría más sólida si dejara de lado esta pretensión. En esencia, su premisa de un hombre en un país que no es el suyo acusado injustamente que para evitar la cárcel debe atravesar el país y la frontera sin ser visto podría recordar a cualquiera de las historias de Alfred Hitchcock, con un espíritu cercano a lo pulp. Sin embargo, creo que esta aproximación seria y aterrizada impide que la película pueda desarrollar por completo su dispositivo narrativo de puro suspense cinematográfico.