3’5 Butacas de 5
El actor Mathieu Amalric vuelve a situarse detrás de las cámaras para regalarnos Abrázame fuerte (Serre moi fort, 2021), un drama sobre el dolor, la pérdida, la memoria y el perdón a la vida, al destino y a uno mismo. Para ello, el director de la formidable Barbara adapta la obra de Claudine Galea en una película que juega en todo momento con el espectador, haciéndole partícipe en este puzzle (o juego de Memory, como el propio Amalric aclaró en su visita a Madrid, donde pudimos hablar con él) que nos invita a recolocar las piezas dadas en los primeros compases de la cinta. La realidad que vemos es la que proyecta la mirada de la propia protagonista (personaje encarnado por Vicky Krieps – La isla de Bergman, Mia Hansen-Løve, 2021-). Así pues, lo que visionamos es lo que crea su imaginación. En palabras del cineasta francés, “es una proyección, son sus imágenes las que vemos. Cada uno se monta su historia en función de su vida”. De esta manera, quien dirigiera La habitación azul (La chambre bleue, 2014) combina pasado, presente, realidad, recuerdos e invención para ofrecernos un film que, según su propia definición, es una película de fantasmas en clave de melodrama donde nada es lo que parece a priori, dejando la última palabra a un público que deberá interpretar y reinterpretar los acontecimientos narrados a medida que va avanzando la trama.
Ante todo, Abrázame fuerte es un drama humano firmado por un especialista en el género que, al contrario de lo que pudiera parecer si tenemos en cuenta su trayectoria como director, afirma que la comedia es el género que define a la propia vida. Su nueva cinta no tiene atisbo alguno de comedia, pues, sin duda, podemos afirmar que estamos ante su drama más crudo -y en cierta manera cruel-. Tampoco cuenta con alardes técnicos ni con movimientos de cámara estrambóticos; al contrario, Amalric opta por llevar a cabo un ejercicio sutil y desapercibido cargado de honestidad y buen manejo de la intriga, haciendo que el halo trágico que envuelve en todo momento al personaje principal acompañe de manera ininterrumpida al espectador de la misma manera que Cassey Affleck acompañaba a Rooney Mara en otra película de fantasmas: A Ghost Story (David Lowery, 2017). La cinta que nos ocupa cuenta con no pocos paralelismos con aquella cinta, y, sin ser tan (cuasi)perfecta como aquella (ni lo busca ni lo necesita), consigue de igual manera que la historia de sus personajes se instale en nuestra psique durante y después de la proyección del film para que, días después, no solo la recordemos, sino que la reconstruyamos en nuestra memoria como el personaje de Krieps hace con su tragedia personal.