2’5 Butacas de 5
Cesc Gay lleva a la pantalla un compendio de cinco historias sobre desencuentros y situaciones ridículas. Una comedia con un reparto llamativo que trata de retratar con la mayor verdad y naturalidad posible los impulsos sentimentales de las personas. Un intento que se queda en la superficie y que, a pesar de que consigue algunos momentos certeros, pasará sin pena ni gloria por la mente de los espectadores.
Las historias son poco llamativas y algo predecibles, lo que no quita que tengan momentos cómicos reseñables. Sin embargo, cuando uno se aproxima a una película antológica (que agrupa diferentes relatos) espera encontrarse con historias diferentes y originales que de alguna manera les estimulen, sin embargo, en Historias para no contar todo parece sacado del mismo cajón de sastre. Argumentos repetidos que parecen refritos de las mismas ideas una y otra vez apareciendo en pantalla y que acaban aborreciendo.
En las comedias suele utilizarse el cliché como un método de conectar con la audiencia de manera efectiva. Los clichés resultan interesantes cuando sirven para llegar a lugares inesperados o diferentes. El verdadero problema en esta cinta es que los personajes son estereotipos con patas que no aportan mucho. Resulta decepcionante que tan sólo una de las cinco historias consiga asomar la cabeza y separarse del resto.
Hablo de la historia que interpretan Maribel Verdú, Nora Navas y Alexandra Jiménez. Desde mi punto de vista es la mejor y más acertada. Retrata de una manera natural la falsedad humana y cómo utilizamos diferentes máscaras para camuflarnos. El resto de historias como ya he mencionado son repetitivas y no aportan mucho más allá de algún gag cómico interesante.
Historias para no contar no defraudará, de hecho, sacará alguna que otra sonrisa al público que acuda a verla, pero nada más allá de lo esperado. Una oportunidad perdida para proponer algo diferente y arriesgarse con alguna historia que aportase algo más.