2’5 Butacas de 5
El cuarto pasajero es la nueva comedia romántica de Álex de la Iglesia. En ella se nos presenta a Julián, un cincuentón divorciado que comparte su coche para hacer el trayecto Bilbao-Madrid los fines de semana. Lorena es una de las pasajeras habituales y el principal interés romántico de Julián. Ambos se preparan para hacer el rutinario trayecto cuando dos pasajeros “peculiares” irrumpen en escena dispuestos a alterar el ecosistema del coche y poner patas arriba los planes de un Julián enamorado.
La película peca de conservadora apoyándose en todas y cada una de las convenciones del género. El largometraje funciona, pero no sorprende. Durante su primera media hora nos ponen la miel en los labios presentando un entretenido y perturbador viaje, pero nos la retira bruscamente a cada giro argumental de la trama. Hay una cierta intención en actualizar estos convencionalismos, pero se quedan a medio camino. Esta película peca de no saber adaptarse a la época actual y bien podría haber sido una comedia estrenada en 2010.
Blanca Suárez, Alberto San Juan y Ernesto Alterio están notables y dan lo mejor de sí mismos, quizá un poco sobreactuados, pero es lo normal en este tipo de comedia teatral. Hay escenas graciosas, pero en su conjunto es una comedia bastante plana y que deja a uno indiferente. De hecho, el humor proviene más de escenas artificialmente predispuestas que de la originalidad de sus diálogos.
Sin duda, lo peor de la película es su tercer acto. El final del trayecto es atropellado, se hace bola y termina atragantándose. A pesar de todo lo mencionado anteriormente, la película transcurre ligera durante la primera hora de metraje y es su cierre lo que la dirige a un barranco sin fin. La conclusión se siente demasiado forzada y pese a que la escena pretende impactar por su magnitud, no deja de ser un remix de ideas que ya hemos visto en otro lado y que pierden fuerza progresivamente.
‘El cuarto pasajero‘ es, a fin de cuentas, una comedia romántica de fábrica. Sigue una línea de puntos que funciona pero que deja totalmente indiferente. Una película que sacrifica su originalidad para terminar aborreciendo. Alex de la Iglesia firma un encargo televisivo al que le falta fuerza y que está despegado de la realidad.