3 Butacas de 5
‘Pacifiction’ es el último filme realizado por el director Albert Serra, y tras su paso por festivales como el de Cannes, se estrena este 2 de septiembre en las salas de cine.
Antes de lanzarse a ver películas cómo esta, es esencial ir con una mente muy abierta, ya que no se trata del cine comercial al que estamos acostumbrados. ‘Pacifiction‘ es una obra que cuenta la historia de un embajador en la Polinesia Francesa que se enfrenta a una trama que envuelve al gobierno francés, y su intento por realizar de nuevo pruebas nucleares, mientras se enfrenta a las vivencias del día a día que es vivir en la isla.
En este estilo de cine de autor, la sintaxis visual cambia drásticamente respecto a lo que es el cine que todos conocemos. Su esencia radica en la proyección de un punto de vista más puro de lo habitual, evitando las influencias de la industria. De este modo Albert Serra nos proyecta una cinta con abundantes secuencias dignas de un cine de desdramatización, en la que la trama pasa a un tercer plano, dejando que fluya en el propio tiempo, con lo que es la vida en una isla paradisíaca como esta. De hecho, si eliminamos estas secuencias, y dejamos solo las que hagan avanzar la trama, lo que sería algo típico en el cine comercial, la película se reduciría fácilmente a la mitad, lo que no la haría completamente incoherente, pero si le haría perder la esencia.
Albert Serra, habiendo podido ver la película, hace esto con el fin de expresar de un modo alternativo, la decadencia del protagonista, quien poco a poco se va dando cuenta de que nunca ha tenido el control de lo que le rodea.
Habiendo planteado esto, surge la duda: ¿hasta qué punto esta intención del director ayuda a la cinta? El ser humano es dramático por naturaleza. Los ratos muertos rara vez nos aportan algo, solo a aquellos pocos que descubren lo que es la verdadera tranquilidad. Es por ello que este cine de desdramatización perjudica a la hora de expresar ideas. Saber escoger los silencios es casi tan importante como saber escoger cuándo hacer ruido, y aunque Albert Serra logra acertar en determinados puntos de esta cinta, cuando se va acercando el final, lo que se entendería como el clímax, la película se suma en una catarsis en la que él mismo se pierde.
A parte de esto, la fotografía es una de las grandes flaquezas que en determinados puntos no se logra salvar, realizada de forma bastante austera, con encuadres carentes de personalidad y tintes de pretenciosidad. Puntualmente, llega a haber incluso errores como una lluvia que moja a todo alrededor, menos al personaje (cuando no hay nada que le cubra), intentando falsear de un modo bastante cutre.
Dicho esto, y teniendo en cuenta estas cosas, es importante destacar también la importancia de estas obras, que, aunque en ocasiones puedan resultar algo pretenciosas, aportan un modo de ver el cine diferente, y que es lo que logra que el buen cine comercial pueda llegar a ser de algún modo único. No siempre es necesario hacer todo para los demás.