3 Butacas de 5
Aprovechando la inmejorable ocasión del aniversario número 100 del Partido Comunista Chino, el octubre del pasado año se estrenó esta superproducción de más de 200 millones de dólares en la que el ejército chino defiende las fronteras coreanas de un ataque americano. Puede ser comprensible que se haya convertido en la película más taquillera de la historia de China, con el equivalente a 900 millones de dólares recaudados en todo el país, pero seguramente el espectador occidental no reciba “La Batalla del Lago Changjin” de la misma manera.
Lo novedoso respecto a las películas de hazañas bélicas que llegan normalmente a España, dominadas por el punto de vista hegemónico de los estadounidenses, es precisamente el lado de la contienda en la que sitúa al espectador. En esta ocasión, los altos mandos del ejército americano son los monigotes con uniforme acartonados (con diálogos casi propios de muñecos de acción), Mao es el líder sabio, prudente y atormentado ante del destino incierto de su pueblo y los chinos son los valientes soldados que a través de un esfuerzo colectivo y desinteresado consiguen defender su patria. El componente propagandístico es más que evidente y la película se siente orgullosa de ello. Sin embargo, llevamos décadas viendo esta misma fórmula simplista a la hora de representar grandes conflictos políticos, y al margen de la subjetividad inevitable del lado en el que cada película nos sitúe, dicha fórmula puede estar ejecutada de manera más o menos depurada y creo que La Batalla del Lago Changjin no es una muestra demasiado inspirada.
Aunque las ambiciones respecto a la grandísima escala en la que se presenta y narra el conflicto me parecen encomiables, los resultados son irregulares: las extensísimas secuencias de acción son realmente espectaculares, con un gran despliegue de medios y una planificación compleja, que, sin embargo, se ve empañada por la flaqueza a nivel argumental de la película. Los protagonistas, un soldado veterano y su joven hermano que se apunta al ejército para seguir su camino, resultan arquetipos heroicos mil veces vistos sin apenas matices que pasan por las vicisitudes a las que nos tienen acostumbradas las producciones bélicas de este tipo. Aun así, las batallas resultan muy satisfactorias, con set pieces dentro de set pieces aún más grandes, en multitud de frentes al mismo tiempo.
A nivel formal, se nota cierto esfuerzo a la hora de no apoyarse totalmente en efectos digitales. Es habitual ver cargas del ejército chino con cientos de soldados reales en sets reales, con un resultado más que solvente. Sin embargo, en ocasiones la película sí que recurre demasiado a un CGI algo desfasado y excesivo, en ocasiones empleado de forma tan exuberante y frenética que casi convierte ciertas secuencias en cinemáticas de videojuego. Hay también recursos de montaje (cortes muy súbitos y rápidos, multitud de pantallas partidas, etc) que resultan disonantes respecto al tono solemne y épico del que se pretende imbuir el relato.
A pesar de todas estas imperfecciones creo que la película es estimable, simplemente por su gran ambición y el hecho de poder posicionarnos en un punto de vista poco habitual dentro del cine comercial occidental, independientemente de los resultados finales. Habiendo sobrevivido a Pearl Harbor, de alguna manera su equivalente estadounidense, qué menos que aguantar La Batalla del Lago Changjin.