2 Butacas de 5
Zoa (Amaia Aberasturi) junto con otros jóvenes, cuyos perfiles en redes sociales son meticulosamente estudiados, reciben una invitación para asistir a una fiesta en una isla secreta que organiza una marca de bebida. Allí, comienza para ellos una misteriosa aventura en las que sus vidas se verán truncadas por un paraíso idílico en el que descubrirán que el Edén no es tan maravilloso como les habían contado.
Esta serie cuenta con un reparto de jóvenes actores cuyos nombres ya empiezan a crearse un hueco en el mercado audiovisual como son, Tomás Aguilera (conocido por Skam España), Lola Rodríguez (Veneno), Albert Baró (Merlí), Berta Vázquez (Vis a Vis) y cantantes como Belinda y Ana Mena.
A pesar de este reparto relativamente conocido, la serie no puede evitar ser otra producción de Netflix que se quedará en el carrusel del montón.
La interpretación de los actores resulta bastante difícil de creer, hay sobreactuación, frases gritadas más que interpretadas y un argumento pretencioso de querer hacer algo innovador y que marque acción e intriga, pero que solo resulta ser una trama de adolescentes que se emborrachan, enamoran y que tienen muchos traumas familiares que les hacen ser como son.
Es difícil encontrar a día de hoy una trama que represente bien la adolescencia y más en España. Se define a los jóvenes con clichés sobre fiestas, drogas y sexo.
Entiendo que es una parte de esa etapa de crecimiento, pero no lo es todo y falta mucha empatización en concreto con los personajes de esta serie, no tienen la profundidad que merecen, todo avanza muy rápido y no da tiempo a crear ninguna sensación de expectación que es lo que debería una serie tipo thriller como esta.
La única que puedo llegar a creerme es a Maika (Lola Rodríguez) que tiene argumentos sólidos para querer vivir en un sitio como Edén, el resto de protagonistas desconocemos qué les motiva a hacer lo que hacen.
Te plantean un concepto interesante que, si se hubiera llevado mejor, podría haber funcionado y es el concepto de una sociedad autosuficiente, apartada del mundo actual que contamina y desperdicia tanto los recursos, como los sentimientos de las personas por ser una maquinaria de trabajar y producir como se puede ver en las familias de los protagonistas.
El Edén decide quien merece la salvación y quien no y como idea podría haber sido muy potente si se hubiera indagado mucho más en este conflicto, pero aquí es más importante que los protagonistas decidan si quedarse o escapar sin plantearse el porqué.
Bastante predecible y con un final abierto para una segunda temporada, no considero que destaque por nada en general, conclusión una serie más para añadir a las miles de series que Netflix posee.