3 Butacas de 5
Con “La Ciudad Perdida” hemos descubierto a un nuevo dueto cómico que, como público, no sabíamos que necesitábamos. Y es que de la complicidad entre Channing Tatum y Sandra Bullock se desprende gran parte del “buenrrollismo” de una película hecha con la única intención de hacer pasar un buen rato a los espectadores en la sala de cine. Así, sin más pretensiones.
De ahí también que el argumento ya nos lo sepamos, y ya nos haya engatusado mil veces con anterioridad: una historia clásica de acción, aventuras y romance, en la que ella –Loretta Sage– es escritora, y él –Alan– el apuesto modelo encargado de poner rostro al héroe que aparece en las portadas de sus novelas. En plena promoción del libro, Sage es secuestrada por un megalómano y multimillonario sabelotodo interpretado por Daniel Racdcliffe para que encuentre un tesoro perdido en una isla del Atlántico. Al enterarse, Alan se decide rápidamente a rescatar a Loretta, y juntos huyen de los secuaces del villano mientras su relación se irá haciendo cada vez más cercana. Y el resto, como bien se sabe, es historia.
O no tanto, porque parte lo que busca la película dirigida por los hasta ahora desconocidos hermanos Nee es subvertir ciertos estereotipos y recursos narrativos para crear situaciones que conecten con todos los miembros del público, mientras apelan a un humor contemporáneo al que, en la mayoría de ocasiones, saben sacar todo su jugo.
¿Qué quiere decir esto?: Que Loretta ya no es únicamente la damisela en apuros lista para ser salvada por el héroe, mientras que a Channing Tatum se le da muy bien hacer de chico torpe y útil únicamente para acompañar a una mujer que sabría apañárselas muy bien sola. Todo ello envuelto además en cierto toque paródico, porque “La Ciudad Perdida” quiere reírse de ella misma tanto como espera que los espectadores lo hagan con cada una de sus escenas en una sala de cine.
El resultado es, en general, positivo, y es imposible no pensar que la película –y sobre todo los intérpretes– dan la talla durante las dos horas de duración. Pero por si esto no llegara a convencer del todo, todavía falta mencionar el breve pero intenso cameo de un Brad Pitt melenudo y cachas haciendo de gurú-galán-guerrero y del que, todo hay que decirlo, podríamos tragarnos horas y horas de metraje sin pestañear.