3 Butacas de 5
Después de esperar casi cuatro años, por fin llega a nuestras pantallas Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore, la nueva saga del universo Wizarding World creado por la escritora y guionista J.K Rowling.
Tras diversas polémicas que han salpicado a parte del elenco (Johnny Depp, Ezra Miller…) y a la propia Rowling, además del inevitable cambio de fecha de estreno debido al COVID-19, finalmente podemos disfrutar en pantalla grande de esta nueva (y esperemos que no última) entrega de la saga de precuelas de Harry Potter. En esta ocasión, David Yates, quien lleva capitaneando las películas de este universo desde Harry Potter y la orden del fénix, vuelve a sentarse en la silla del director. Quien también vuelve es David Kloves, recurrente guionista de la serie del mago que sobrevivió a Voldemort que en las dos anteriores entregas de Animales fantásticos había cambiado su estatus de escritor por el de co-productor, dejándole la rúbrica de guionista a J.K Rowling, que aquí co-escribe el libreto junto al propio Kloves. El resultado de esta colaboración no puede (o tal vez sí) ser más satisfactorio, y es que las precursoras de la cinta que nos ocupa, Donde encontrarlos y Los crímenes de Grindelwald, dejaban patente que la autora de El cerdito de Navidad es mejor escritora de prosa literaria que de guion cinematográfico. En Los secretos de Dumbledore, se nota, para el agrado del espectador, la incorporación de Kloves en la elaboración del manuscrito y se percibe una notable mejora en todos los aspectos, pues aunque las distintas tramas que se presentan no se vean del todo compensadas y equilibradas, es notoria y celebrada la involucración de un narrador cien por cien familiarizado con este universo (recordemos que ha trabajado en todas las películas de Harry Potter excepto en La orden del fénix -“casualmente”, la peor de la franquicia-).
Pero no solo la reincorporación de Kloves al guion hace que este film que nos atañe suponga un progreso con respecto a sus precedentes. Desde los primeros compases de la cinta, podemos ver cómo tanto Yates como los guionistas han entendido que, en la tercera entrega de esta serie de precuelas, ya va siendo hora de profundizar en los personajes, en lo que sienten, en lo que temen y en lo que aman (el primer encuentro entre Dumbledore y Grindelwald conforma una de las mejores escenas de la película), en lo que esconden y en lo que revelan. Así pues, es de agradecer que este capítulo se tome su tiempo en desarrollar sus diversas tramas y abrace, desde un ritmo más pausado que en anteriores ocasiones, su lado más oscuro y adulto, sin dejar a un lado el tono cómico que caracteriza la franquicia y que aquí vuelve a desentonar en ciertas secuencias, sobre todo en su tramo central.
En cuanto al elenco, hay que decir que Eddie Redmayne seguirá cautivando a sus seguidores e irritando a sus detractores, Dan Fogler (que en cada entrega adquiere más protagonismo) sigue ofreciendo la nota cómica, Callum Turner se erige como el mejor Theseus Scamander posible y Ezra Miller mejora en este nuevo enfoque de su personaje Aurelius Dumbledore, aunque Jude Law (Albus Dumbledore) y Mads Mikkelsen (Gellert Grindelwald) son los que más brillan en esta función. Tanto es así que la obra adolece cuando no aparece ninguno de estos actores. Por su parte, Mikkelsen crea su propio Grindelwald, haciendo que no echemos tanto de menos a Johnny Depp y confiriendo su propia impronta en un personaje que funciona como álter ego de Adolf Hitler en los paralelismos que este film presenta con la irrupción de la Alemania Nazi en los años 30. En cuanto al profesor Dumbledore de Law , no aparece en escena tanto como el título de la película podría dar a entender, pero vuelve a dejarnos grandes momentos, como los que deja la música de James Newton Howard que, junto a otras referencias claras y directas a la saga de Harry Potter, hará que los adeptos de la franquicia leviten de la butaca como si estuvieran hechizados por un Wingardium Leviosa, al menos los que obvien los errores de Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore, a saber: una preocupante falta de equilibrio entre el tono oscuro y adulto que envuelve la cinta durante varios pasajes con el humor infantil que no siempre cuaja con la historia que aquí se narra, una irregularidad que pesa sobre todo el conjunto por culpa de una parte central deslavazada y unas tramas no muy bien hilvanadas en el guion y en el montaje.
Aun así, y pese a su irregularidad, Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore es la mejor película de las tres entregas con las que, hasta el momento, cuenta esta serie, que aquí abraza su lado más oscuro y adulto sin perder la amabilidad familiar propia de la serie al tiempo que expande su universo mirando al frente, pero sin dejar de mirar por el retrovisor un pasado que está más vivo que nunca, otorgando al fan el regalo que pedían y merecían.