3 Butacas de 5
Recién finalizada la edición número 25 del Festival de Málaga –con el largometraje “Cinco Lobitos” como fragrante ganador– poco a poco comenzarán a llegar a las carteleras españolas todas las películas presentadas durante un certamen que parece haber dejado muy buen sabor de boca en cuanto a recepción crítica se refiere. La primera de ellas en estrenarse –este mismo viernes 1 de abril– será “Canallas”, la nueva película de un Daniel Guzmán multitareas que produce, escribe, dirige y, ¿por qué no? forma parte también del trío de actores que protagoniza la cinta.
En un cambio de género bastante llamativo, Guzmán ha decidido alejarse de “A Cambio de Nada”, la película que le encumbró en los Goyas de 2016, para volver siete años más tarde con una comedia de lo más costumbrista y barriobajera que nos vamos a encontrar este año por los cines. No me malinterpreten, porque no pretendo utilizar aquí este último adjetivo de manera peyorativa, sino como una forma de referirme a una de las mejores cualidades de la película: la de adentrarse en las clases bajas de la sociedad española para sacarles todo su jugo, y más aún al hacerlo a costa de las carcajadas del público. Porque a los españoles se nos da muy bien reírnos de nosotros mismos o, mejor dicho, reírnos de nuestras propias desgracias. Así, tomando como referencia –y como protagonista– a su amigo de la infancia Joaquín, el director desarrolla una trama de enredos en la que este personaje se une a sus colegas Brujo (el propio Guzmán) y Luismi (Luis Tosar) para evitar el embargo del piso de su madre –dónde todavía vive junto con su hija y su hermano– y solventar la increíble cantidad de deudas que tiene sin resolver.
Moviéndose entre picaresca y cine social, “Canallas” desvela la trampa que acecha a aquel que ha nacido y se ha criado en los barrios pobres: la de aspirar a la promesa del dinero fácil y a un ascenso de estatus social que, asumámoslo, en muy pocas ocasiones va a llegar, porque el que nace pobre, pobre se suele quedar. Eso sí, en el camino hacia el fracaso siempre será mejor echarse unas risas que la autocompasión, y sino que se lo digan a trío protagonista. La química entre los tres intérpretes y sus correrías por esas zonas bajas de Madrid que con tan poca frecuencia se suelen ver en la pantalla garantizan la cercanía con el público, y con la subtrama protagonizada por Esther Álvarez y Víctor Ruiz, Daniel Guzmán acaba por meterse a los espectadores en el bolsillo. Por ellos se perdona cierta repetitividad en algunos chistes y situaciones que, aun así, no logran opacar el buenrollismo de una película echa por y para el pueblo.