2’5 Butacas de 5
Esta semana podía disfrutar de un estreno que se me escapó del Festival de Sitges, del que había oído muy buenas críticas y sin saber nada ni habiendo visto trabajos anteriores de su director.
Os comentaré, dejando de lado la trama, lo que en mi opinión son los puntos fuertes y cuáles son sus debilidades, eso sí, siempre os invito a vivir vosotras y vosotros mismos la experiencia y si es en compañía, como suele pasar con este tipo de género, mucho mejor.
No me alargo más con la presentación y vamos adentrándonos en este inmersivo viaje a Tailandia y su ocultismo.
El argumento queda claro desde el principio y las leyes que vamos a seguir a lo largo de la película, en formato falso documental seguimos a unos camarógrafos que se han interesado por el mundo del chamanismo en un pequeño pueblo de Tailandia, hasta aquí todo “normal”, ellos centran su atención en un chamán, Nim, que dice ser la heredera de la manifestación de la Diosa de esta pequeña aldea.
Siguiendo a Nim, descubrimos a los otros miembros de su familia, pero la que nos llama la atención es Mink, su sobrina, que parece estar manifestando una posesión y es aquí cuando un documental acerca del ocultismo y el chamanismo se convierte en una pesadilla para nuestros pobres camarógrafos que vivirán junto a Nim y su familia un infierno.
La película desarrolla una primera parte que muchos han tildado de aburrida o demasiado larga, pero, de hecho, en mi opinión, es uno de los mejores inicios que recuerdo en este género que mezcla el fan footage y el terror.
En esta primera parte se ven todos los elementos propios del lenguaje cinematográfico que sigue el más veraz documental antropológico: entrevistas, personajes interesantes, relaciones con el entorno desconocidas, leyes y supersticiones originales y un mundo desconocido e interesante.
Una trama que avanza poco a poco pero que va sembrando de preguntas y con ganas de seguir tirando del hilo, descubriendo y adentrándome poco a poco en este mundo de posesiones y dioses.
Es cierto que, en su punto medio, se vuelve algo repetitiva, después de que Mink esté totalmente poseída, Nim empieza a buscar respuestas y empiezan una serie de “soluciones” y diálogos acerca de si el conjuro funcionará o si este ritual será o no el correcto, que alargan innecesariamente la cinta, pero que sigue siendo fiel al concepto del documental.
Y así llegamos al tercer acto, donde realmente la cinta se vuelve en mi opinión un completo despropósito, ya que no solo empieza a romper sus propias normas, si no que empieza a ser un “refrito” de muchos otros conceptos que ya hemos visto en este género y que no le sientan nada bien, un acelerado final que mezcla: sacrificio de animales, ritos, posesiones, zombies controlados por Mink y una especie de sacrificio ritual envuelto en llamas que se sugiere se trata de una maldición Vudú…¡Y todo en 10 minutos!
Lo abrupto y desconcertante que es el final que escala desorbitadamente rápido al final, no tiene comparación, pero eso no es lo peor, porque todos esos elementos se podían haber ido diseminando poco a poco, hacer algo más parecido a “Rec” o “Paranormal Activity” desde el principio, pero si apostaban por un metraje fiel, pausado, que tenía un punto de anclaje con la realidad que lo hacía elocuente, con un discurso veraz y que sacrificaba un ritmo más rápido pero en pro de un documental que realmente te hiciera dudar y que te transmitía esa inseguridad como lo pudo llegar hacer “Holocausto caníbal” en su momento, no deberían haberse dejado llevar por el efectismo y el susto fácil.
En mi opinión, si hubieran llegado hasta el final con esa propuesta, estaríamos delante de una de las mejores películas del género este año y toda una clase magistral en el ámbito del falso documental, sin embargo, esos últimos minutos de la cinta hacen que todo ese trabajo quede manchado.
En resumen, una película con un principio prometedor, que se queda en eso en una promesa, una media parte larga y un final abrupto y morboso, que recordaré como la película que podía haber sido y desgraciadamente no fue.