'HIVE (Colmena)': Como salir de la tristeza infinita

'HIVE (Colmena)': Como salir de la tristeza infinita

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Parece un milagro que una película tan pequeña como “Colmena”, ¡rodada y ambientada en Kosovo!, vaya a estrenarse en los cines de nuestro país este mismo viernes. Lo hace, además, después de haber tenido un recorrido festivalero bastante interesante, ya que logró alzarse con los tres galardones principales de la sección World Cinemas del festival de Sundance –cosa que ninguna otra cinta había conseguido hasta ahora–.

Quizás, la clave de que esta ópera prima de Blerta Basholli haya salido de un casi desconocido país de los Balcanes para llegar al resto del mundo está en el balance tan maravilloso que consigue entre la intimidad y la universalidad. Digamos que la película es, en realidad, un precioso ejercicio de alquimia en el que los sentimientos de los personajes se estudian por sí mismos pero también en función del resto, del grupo. Porque parte de la historia que cuenta Basholli –basada, por cierto, en hechos reales– es la del duelo vivido por un país tras uno de los momentos más dolorosos de su historia. Muchos kosovares perdieron en la guerra por su liberación contra la República Federal de Yugoslavia –actualmente, Serbia y Montenegro– a familiares y amigos en condiciones terribles: secuestros, asesinatos y torturas a personas cuyos cadáveres jamás se encontraron, en muchas ocasiones porque fueron simplemente arrojados a una fosa común. Si pensamos en el duelo de un país como el de los habitantes que lo conforman, en el caso de Kosovo y de Fahrije, la protagonista, hablamos de un sentimiento que encierra una tristeza incompleta y deforme, porque se mueve a camino entre la esperanza de que el ser que amado vuelva y el desconsuelo de que nunca vaya a hacerlo. Sin ninguna tumba a la que acudir, Fahrije llora a su marido en el río dónde se dice que los cadáveres de muchos hombres fueron arrojados. Y en sus sueños, la mujer ve como el cuerpo se hunde cada vez más y más, poniendo en imágenes una separación física y mental que es ya irremediable.  

Sin embargo, lo más bello de la película viene de que no se centra por completo en ese sobrevivir bajo el yugo de un duelo incompleto, sino que explora la promesa de un tiempo en que será posible convivir con él. La protagonista lo hace trabajando por un grupo de mujeres que se encuentran en una situación similar a la suya, que también perdieron a sus esposos en el conflicto. Y enfrentándose a un pueblo en su contra, todavía estancado en los valores de una sociedad tremendamente patriarcal, decide crear su propio grupo, su propia colmena junto a ellas, porque las abejas que un día dejó atrás su marido ya no producen más miel.