3’5 Butacas de 5
Después de alzarse con el Gran Premio del jurado en la última edición del Festival de Cannes, llega a nuestras carteleras Un héroe (A hero, 2021), la nueva película del cineasta iraní más popular de nuestros días: Asghar Farhadi, que vuelve a demostrar que, además de ser respetado y aclamado en los festivales más prestigiosos del planeta Tierra, es uno de los cineastas más portentosos del panorama cinematográfico actual.
Aquí, una vez más, Farhadi, que además de director, es guionista y productor, dota de realismo y naturalidad una historia pergeñada para adentrar al público en su propuesta, que, como de costumbre, funciona como un retrato social que involucra al espectador desde los primeros compases de la cinta, haciéndole partícipe y consiguiendo, o al menos pretendiendo con plausibles estrategias, que empatice con el drama de los personajes y sus conflictos, unos conflictos que pierden fuerza a medida que se enrevesan conforme avanza el metraje, asumiendo el riesgo de perder también el interés de un público que deberá elegir si entrar en la historia y participar en los debates morales que aquí se presentan. Así pues, el director de la notable Todos lo saben retrata, desde todos sus prismas y vértices, la hodierna sociedad, donde la tecnología, lo audiovisual y lo viral desempeñan un papel sumamente relevante a la horra de juzgar al prójimo, donde actuar correcta y honestamente se ha convertido en motivo de vítores, parabienes y todo tipo de premiaciones y privilegios sociales, lo que nos hace reflexionar sobre el rumbo que estamos tomando como grupo de individuos y como especie: si mantener un comportamiento adecuado y acorde a las leyes éticas que hemos ido construyendo, pretendiendo una universalizabilidad de la moral, es causa de loas, ¿cómo quedamos como seres humanos? ¿Hasta qué punto hemos normalizado el egoísmo y la individualidad, anteponiéndolos a la solidaridad y al compañerismo? ¿En qué medida está interiorizado que conductas como la de devolver un bolso con monedas de oro a quien lo ha perdido sea algo excepcional? ¿Acaso la avaricia es intrínseca al ser humano? ¿Y hasta qué punto estamos destinados a repetir conductas o a ser juzgados por lo que hemos hecho en el pasado? ¿Nuestras acciones definen nuestra personalidad?
Como pueden observar, la cinta que nos ocupa nos invita a que reflexionemos sobre multitud de cuestiones, por lo que podemos decir sin lugar a dudas que Un héroe es un film rico y enriquecedor, y no solo en el plano argumental, pues el autor de la aplaudida Nader y Simin, una separación (Oso de Oro en 2011) hace patente su virtuosismo y su inteligencia también en lo formal, haciendo que cada plano cuente (y cuente), llenándolos de aire en todo momento en lo que pudiera parecer un ejercicio de contradicciones: cuanto más abierto es el plano, más asfixiante es el drama del personaje protagonista (encarnado por un superlativo Amir Jadidi); cuanto más amplios son los abundantes plano-contraplanos, más intrincada es la trama que se relata. Todo esto narrado desde la audacia que caracteriza a un Farhadi cuya cámara, siempre situada en el lugar adecuado, funciona como testigo de todo lo que vemos pero que no juzga (pues ese cometido queda sobre los hombros del respetable) y que se comporta como un elemento activo y pasivo al mismo tiempo: activo cuando trata de implicar al espectador, pasivo cuando deja que la naturalidad y frescura inunde una obra que, pese a sus numerosos aciertos, tal vez no sea la mejor película del cineasta iraní, que aquí vuelve a dejar constancia de su maestría a la hora de retratar a la Humanidad y su comportamiento, como siempre, fiel a su estilo.