3’5 Butacas de 5
Tras triunfar en el festival de Sundance, donde recibió los premios de mejor película, mejor reparto, mejor dirección en drama y el premio del público, y después de cosechar multitud de galardones y nominaciones a lo largo y ancho del globo terráqueo, llega a nuestras pantallas CODA, la nueva película de Siân Heder (Tallulah, 2016) que versiona ese éxito taquillero francés llamado La familia Bélier (Eric Lartigau, 2014), trasladando la historia a Estados Unidos sin perder en el camino las temáticas y los mensajes que nos dejaba el film original, que nos recordaba que no hay voz más potente que la del alma y que no hay oído más fino que el del corazón.
Así pues, Heder, que también escribe el libreto del film que nos ocupa, hace bueno el eslogan de la película, “cada familia tiene su propio lenguaje”, demostrando que su película también tiene un lenguaje propio, pues no se limita a hacer copia-pega del material original, sino que impregna de alma y corazón cada elemento que compone la película, a destacar los personajes principales, interpretados magistralmente por Troy Kotsur, Marlee Matlin, Daniel Durant, Eugenio Derbez, Ferdia Walsh-Peelo y Emilia Jones. A Walsh-Peelo ya le vimos derrochando su talento musical en la extraordinaria Sing street (John Carney, 2016), pero la gran sorpresa de la función es Emilia Jones, que da el Do de pecho tanto a nivel vocal como a nivel actoral, haciendo vibrar al espectador con sus canciones y moviéndose como pez en el agua (nunca mejor dicho) en la alternancia entre géneros que propone esta dramedia, llenando de vitalidad tanto la trama que concierne a su familia como la que atañe a su partenaire masculino y, sobre todo, los sueños que persigue el personaje de Ruby.
En esta alternancia de géneros y tramas es donde reside la enjundia de la cinta, el debate interno y existencial de la joven protagonista, que tendrá que elegir entre seguir haciendo de intérprete para su familia con discapacidad auditiva o graduarse en la universidad. Tal vez la resolución a esta encrucijada resulte un tanto previsible para el espectador asiduo a este tipo de propuestas fílmicas (también un poco brusca si tenemos en cuenta el devenir de los acontecimientos) y no pecamos de embusteros si decimos que a lo largo del conjunto vemos paisajes comunes con decenas de cintas de carácter juvenil, pero, en honor a la verdad, hay que decir que lo importante de CODA es el viaje emocional de los personajes y, sobre todo, el del espectador que se deje emocionar por una cinta que aúna drama, comedia, música y romance sin olvidar en ningún pasaje la vitalidad, la energía y el ritmo.