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El viernes 4 de octubre se estrena en cines Cuernavaca, primer largometraje de ficción del director mexicano Alejandro Andrade con un reparto encabezado por la incombustible Carmen Maura, Moisés Arizmendi, Mariana Gajá y Emilio Puente, el niño protagonista de este forzado viaje de madurez.
Tras un suceso traumático que marcará el transcurso de su vida tal y como la conocía hasta el momento, Andy se ve obligado a vivir en la casa de su abuela paterna en Cuernavaca. En un ambiente enrarecido, el espectador sigue al protagonista en su lucha por escapar de la impuesta identidad familiar marcada por su abuela. El hilo onírico que atraviesa la narración otorga a las vivencias de Andy ese ambiente de irrealidad y suspensión de su propia asfixiante existencia en un lugar extraño.
En un retrato pausado y puesto en una lente microscópica, Alejandro Andrade introduce ese componente social, influencia de su experiencia como director de documentales. Y es que, en Cuernavaca, Andy descubrirá que su realidad de hijo de familia adinerada descendiente de europeos no es la única y que las diferencias entre él y los vecinos que viven al otro lado del riachuelo pueden ser abismales.
Llama profundamente mi atención lo bien colocada que estaba en la historia la niña que ayuda como sirvienta en la casa de la abuela, una niña que perfectamente puede tener la misma edad que Andy. El contraste entre esta pequeña obligada adulta y el comportamiento rebelde de Andy sirve de retrato de una sociedad desigual en la que algunos niños tienen la suerte, incluso en la desgracia, de poder pararse a buscar su yo, mientras que otros solo pueden aspirar al yo que les ha sido impuesto.