5 Butacas de 5
No creo que haya otra manera de definir esta película que como una obra maestra, pero poco menos se podría esperar de una historia basada en un relato de Haruki Murakami. El director y gran artífice de esta obra ha sido Ryûsuke Hamaguchi, que ha convertido un relato de 40 páginas en una película de tres horas. Quizá pueda parecer que la duración es excesiva para una historia corta, pero yo creo que es necesario este tiempo para transmitir toda la belleza y la delicadeza de la película.
“Drive my car” la protagoniza Yusuke Kafuku, un actor y director de teatro que acaba de pasar por un drama personal que aún no ha superado. Le ofrecen dirigir la obra “Tío Vania” en Hiroshima, donde le asignan como chófer a Misaki, una joven muy reservada con la que va cogiendo confianza durante los trayectos.
La relación de Kafuku con su coche es en lo que se basa toda la película. Esto se deja ver en la primera parte, donde nos introducen a la vida del protagonista de manera sutil, dejando conocerle sin tener que explicar nada con palabras. Es lo bueno de una película hecha sin prisa, no hace falta hablar demasiado para conocer a los personajes. Entonces, cuando comienza el “segundo acto”, ya sabemos que le gusta conducir, repasar sus obras de teatro mientras conduce y también cuidar su coche de manera casi obsesiva. Por eso, sabemos que no le va a gustar la idea de que otra persona conduzca su coche mientras él se sienta atrás.
Hamaguchi consigue construir una relación sólida entre los personajes de Kafuku y Misaki, un vínculo puro y cuidado, nada forzado. Va evolucionando según pasan los minutos, dejando conocer a ambos y ver cómo van estando cada vez más cerca. Las conversaciones que tienen durante los trayectos van dejando ver el pasado de cada uno, al que ninguno ha sido capaz de enfrentarse. Este punto de unión, el pasado que aún no han superado, es una de las bases de la relación, que la hace más intensa y genuina.
Por otro lado, lo llamativo de las actuaciones es que no destacan, pero son brillantes. Los personajes son muy poco emocionales, con un carácter por lo general frío y distante, pero la película es muy tierna y emotiva. Es curioso este contraste y creo que todo el reparto, sobre todo Hidetoshi Nishijima y Tôko Miura, que interpretan a los protagonistas, es capaz de transmitir todo eso.
Además de una historia fascinante, la película tiene una fotografía que es increíblemente bella. Nos introduce a un mundo de calma, donde no hay prisa por nada, donde se puede parar un momento para contemplar la belleza de los momentos cotidianos. Los planos aprovechan cada símbolo visual para mostrar lo que no dicen los personajes, utiliza el entorno como un personaje más. Las imágenes están tan elaboradas que consiguen transmitir la delicadeza de cada escena sin que sean necesarios los diálogos en muchas ocasiones.
“Drive my car” enseña una visión paciente sobre la pérdida y la soledad que ello conlleva, y muestra con detalle los procesos de asumir y superar el dolor y la culpa. Es una película lenta, pero, precisamente por ello, impecable. No hay ninguna prisa por terminar la historia, así que, cuando acaba, está completa y perfectamente contada.