3’5 Butacas de 5
Casi dos años después de recibir el sello de la Sección Oficial del Festival de Cannes (recordemos que en 2020 no se celebró dicho certamen), llega a nuestras pantallas El brindis, la nueva comedia de Laurent Tirard (El pequeño Nicolás, 2009) que promete llenar de carcajadas las salas de cine de nuestro país en las próximas semanas.
Y es que Tirard, autor también del libreto de la película que nos ocupa, toma la novela Le discours (nombre original del film) de Fabcaro para regalarnos una película fresca, dinámica e inteligente cuya mejor baza es el monólogo en primera persona que tanto ha funcionado siempre en el mundo del humor, aquí tan absurdo como efectivo en todo momento gracias a un protagonista, Adrien, treintañero hipocondríaco encarnado por un brillante Benjamin Lavernhe, que sostiene todo el peso de la obra sobre sus hombros gracias a un carisma que traspasa la pantalla, consiguiendo que el espectador empatice con el personaje principal sin despegarse ni un segundo de la butaca.
Para ello, el director de Las aventuras amorosas del joven Molière utiliza una serie de recursos narrativos tales como los flashbacks e hipotéticos flashforwards para dar a conocer el pasado de Arien, la relación con su familia, sus aventuras y desventuras amorosas (más de lo segundo que de lo primero) y el temor al discurso que debe declamar en la boda de su hermana (discurso que da nombre a la cinta), relatando con mucha astucia diversos dramas en clave de comedia; sin duda alguna, el gran acierto del largometraje que nos atañe.
Otro de los grandes aciertos que lleva consigo El brindis es su inconformismo, su reluctancia a seguir los patrones de las comedias francesas que tanto se dejan ver en las salas de cine y buscar su propio camino a la hora de abordar el humor más televisivo, rompiendo constantemente la cuarta pared y hablando directamente al espectador desde los primeros frames del metraje (a muchos españoles nos recordará a los famosos sketches del actor José Mota). Todo esto aporta agilidad al conjunto, evitando así que el público se disperse pese a las distintas tramas que se presentan. Aunque, a decir verdad, no estamos ante una película llena de subtramas, pues en realidad lo que vemos en sus múltiples saltos temporales son ramas de un mismo árbol: ni más ni menos que la vida del protagonista y su actitud ante las vicisitudes que esta le presenta. Es de agradecer que Laurent Tirard no se enrede en estas ramas y dedique el tiempo justo a cada uno de los pasajes que conforman la historia, eso sí, sin descuidar la producción ni en los lapsos de duración más corta. A destacar uno de los momentos más divertidos del film a costa de cierto pinchudo mutante de la factoría MARVEL (quien escribe estas líneas reconoce haber llorado de risa con esta escena).
En definitiva, El brindis es una cinta original en su puesta en escena, fresca en su virtud de involucrar al espectador en su propuesta, inteligente en su manera de abordar el drama desde un tono puramente cómico y, pese a su carácter anecdótico, valiente a la hora de buscar (y finalmente encontrar) su propio camino en el género.