4 Butacas de 5
Macbeth, como buena obra clásica, tiene adaptaciones para dar y regalar. Como todo, hay adaptaciones buenas y otras, digamos, no tan buenas. Por suerte para nosotros, la película que estrena Joel Coen es de las buenas, de las muy buenas. Acerca el clásico de Shakespeare a la gran pantalla de una manera poco común hoy en día, pero que no deja indiferente.
Para quien no conozca la historia, comienza cuando Macbeth y su amigo Banquo, se encuentran a Tres Brujas en medio del desierto. Estas brujas le dicen una profecía a Macbeth: llegará a ser Barón de Cawdor, aunque en ese momento el título lo ostenta otra persona, y que luego será rey. Esto lleva a Macbeth al borde de la locura, llevándole a hacer cosas impensables, también instigado por su amada Lady Macbeth, para que la profecía se cumpla.
Toda la película está rodeada de una atmósfera oscura y escalofriante. Desde un principio deja claro que, más que la historia, va a destacar la forma de contarla: en blanco y negro, hablada en prosa, como si fuera una obra de teatro, y con escenarios más característicos del teatro que del cine. Además, combina el estilo del cine clásico con imágenes expresivas e ingeniosas. Todo esto le da un nuevo enfoque a este clásico de Shakespeare, que, lejos de aburrir por ser de sobra conocido, te envuelve y te introduce de lleno en la historia.
Igual este formato de película no va a convencer a todos los espectadores, no es a lo que estamos acostumbrados a ver en una sala de cine. Pero quizá el estilo de la película pueda quedar en un segundo plano cuando entran en juego las interpretaciones de Denzel Washington y Frances McDormand como Macbeth y Lady Macbeth. Ambos están a la altura de lo que se espera de dos actores de su talla, pero además le dan a la obra un toque angustiante dentro de la brutalidad de la historia.
Las interpretaciones de todo el reparto, pero en especial de los dos protagonistas, convierten la película en una pesadilla llena de tensión. También es destacable la actuación de Kathryn Hunter como las brujas; le da al personaje la magia y la oscuridad que demanda, haciendo gala de una increíble e inquietante capacidad de expresión corporal.
En definitiva, The Tragedy of Macbeth combina unas interpretaciones magistrales con un estilo más bien clásico, pero visualmente impactante. Todo ello dirigido por un reconocido Joel Coen que, por primera vez, trabaja sin su hermano para dejarnos una película fascinante e hipnótica.