3 Butacas de 5
The King’s Man: La primera misión, película dirigida por el británico Matthew Vaughn, se estrena en nuestras salas el 29 de diciembre de este año. Esta supone la tercera entrega de la franquicia Kingsman, actuando como historia de origen de la organización británica, y, por tanto, precuela de sus dos antecesoras.
La principal amenaza de esta cinta es un grupo secreto formado por “los mayores villanos de la historia” quienes tratarán de dinamitar, a través de distintas confabulaciones políticas, una guerra que acabe con la vida de millones de personas. Siendo el duque de Oxford (Ralph Fiennes) la persona encargada de luchar contra ellos a contrarreloj para tratar de salvar así el mundo.
Y es que, la película cuenta con Ralph Fiennes (duque de Oxford) como principal reclamo, siendo este el encargado de suplir las ausencias de los carismáticos Taron Egerton y Colin Firth de forma más que notable convirtiéndose en uno de los pilares de la cinta.
No queda atrás el resto del reparto, en especial Harris Dickinson (Conrad), quien junto a Djimon Hounsou (Shola), Gemma Arterton (Polly) y el propio Fiennes deberán combatir a este grupo secreto de tiranos en los que destaca el papel de Rhys Ifans (Rasputín), que nos regala un villano tan carismático como extravagante.
Dejando a un lado la interpretación, esta película se encuentra titubeando tímidamente entre distintos géneros, y es aquí donde menos funciona al no conseguir elaborar un equilibrio entre sus distintos tonos. Cambiando de forma poco orgánica de un drama padre-hijo a una comedia de acción en cuestión de segundos huyendo así de establecer un tono sólido para la cinta.
Aún así, la película parece saber explotar por momentos la esencia de la franquicia sin mayores pretensiones que ofrecernos un gran entretenimiento, como resulta con todo lo referido a la subtrama de Rasputín, donde podemos disfrutar de escenas dotadas de cierta espectacularidad y originalidad en las que se intuyen atisbos de lo que podría haber llegado a ser el filme.
En conclusión, The King’s Man: La primera misión es una película que parece quedar a medio gas. Una cinta que muestra destellos de su potencial a través de escenas impregnadas del sello estilístico Kingsman, y que, aún lastrada por sus cambios tonales puede significar un gran entretenimiento.