4 Butacas de 5
Es complicado encontrar la forma de abordar esta película, pues tiene varios matices bastante interesantes y es difícil no centrarse en uno concreto. Pero si hay algo que este film tiene, es una meta muy clara y que logra con creces, conseguir enternecernos bajo la dirección de Glendyn Ivin (El último viaje, Cracker Bag…), quien opta por transmitirnos una historia cruda que indaga en los más profundo del dolor humano cuando una persona se ve incapacitada de forma permanente.
En esta ocasión, Glendyn Ivin nos presenta a una magistral Naomi Watts (Lo imposible, Mulholland Drive…), quien se pone en la piel de Samantha, una fotógrafa a la que un fatídico accidente dejó en silla de ruedas. Un día, sus hijos traerán a casa una urraca herida que, aunque inicialmente evitará, aceptará cuidar. Este gesto cambiará irreversiblemente su vida.
Como mencionaba al principio, se perciben algunos matices muy sugestivos para hacer reflexionar al espectador, entre los que destaco las diferentes formas de superar y especialmente sobrellevar una carga tan grande como es el día a día de una familia tras el accidente de uno de sus miembros. La postura frente al accidente de Samantha por parte de Cameron, el padre de familia, con una sobresaliente interpretación de Andrew Lincoln (The Walking Dead, Love Actually…), es sencillamente digna de admiración, ofreciendo un apoyo que parte de un esfuerzo más que titánico por comprender y ayudar a su esposa, a quién sin lugar a dudas quiere volver a ver feliz de nuevo. Por su parte, sus hijos tendrán actitudes dispares entre sí, siendo Noah, quien tendrá que soportar una carga extra al sentirse culpable de haber conducido a su madre hasta el accidente.
Si bien todas las interpretaciones de los actores y las actitudes presentadas por los personajes son más que interesantes, quien consigue fascinarnos sin ninguna duda es Naomi Watts, mostrando una Samantha que tendrá que superar y afrontar todo tipo de barreras para aceptar la nueva condición en la que se ve expuesta. Por suerte para Samantha, y para toda la familia, contarán con el apoyo de un nuevo integrante en la familia, “Penguin”, una urraca que inicialmente encuentran herida y que con su simple presencia logra volar al corazón de la familia y al del espectador.
Otro aspecto muy interesante que merece ser explorado es el simbolismo que la película ofrece, siendo el más evidente y destacable la presencia de un animal herido tratando de volver a la normalidad a pesar de su condición.
El ritmo de la película es constante en casi todo momento, pero sabe cuándo y cómo impactar al espectador, especialmente haciendo gala de diálogos y confrontaciones penetrantes y dotadas de gran realismo.
El film aprovecha al máximo todos los recursos de los que dispone y nos regala escenarios que llegan a considerarse parte esencial para el desarrollo de la historia y que dotan de una esencia muy propia a la película.
En definitiva, La familia bloom es una apuesta más que sugerente que entiende y explora las debilidades humanas y el conflicto. Es una introspección perfecta cargada de simbolismo, necesaria para aprender a superarse y a querer a los que te rodean y a uno mismo.