3 Butacas de 5
Después de varios años sin dirigir una película y de haberse dedicado los documentales, Alfonso Cortés Cavanillas vuelve a dirigir un largometraje. En este caso se trata de un thriller, que viene de la mano de Imagine, la nueva plataforma para creadores de contenido audiovisual, que ha permitido que Ego llegue a ser una realidad.
La película se desarrolla durante la primera semana de confinamiento en España, en marzo de 2020, aunque, por suerte, ni el confinamiento ni el virus son los temas centrales. Evidentemente, son factores que influyen, pero la trama gira en torno a los problemas de Paloma (María Pedraza), una joven que vive con su madre y, como todo el mundo, está encerrada en casa. Pero esos problemas no son ni mucho menos la pandemia ni el virus.
El papel de Paloma lo interpreta María Pedraza, a la que se ve muy cómoda en este tipo de personajes, chicas jóvenes y bastante incomprendidas, aunque en Ego esa incomprensión va un paso más allá (no voy a decir más). Además de María Pedraza, que intenta sostener prácticamente ella sola la película, destaca el trabajo de Pol Monen, que interpreta al amigo de Paloma y que destaca las escasas escenas que comparten, haciendo resaltar el trabajo del resto del reparto.
Ego es un thriller angustioso, que no deja casi respirar a veces, en el que Paloma intenta atrapar a una chica exactamente igual a ella que no sabe de dónde ha salido e intenta suplantarla. Juega con los conceptos de realidad y credibilidad, engañando al espectador y creando escenarios que parecen imposibles. No se sabe si está todo en la cabeza de Paloma, si es todo real o está todo en tu cabeza. Además, durante toda la película se deja ver la experiencia de su director con los documentales, con planos largos y lentos que ponen en contexto cada escena, pero que en ocasiones se hacen demasiado lentos.
Además de la constante angustia, hay escenas en las que incluso se pasa miedo. Todo esto es gracias a la atmósfera creada por todos los elementos, desde las interpretaciones del reparto hasta los planos elegidos para transmitirlo. Todo se compenetra perfectamente para meter de lleno al espectador en todo lo que ocurre. Mezcla elementos de la realidad que todos vivimos durante la pandemia, que nos resultan demasiado familiares, con una realidad que parece imposible. Al unirlo todo y no dejar nada al azar, se consigue que el espectador se crea la película.