4’5 Butacas de 5
Juro que entré al cine diciéndome a mí mismo que haría un ejercicio de tabula rasa. Un ejercicio de espectador cero condicionado por su niñez, por sus sueños de ser un Ghostbuster y al fin y al cabo, por su nostalgia. Juro que quería ver una película con la máxima objetividad.
Pero fue escuchar las primeras notas musicales antes siquiera del primer logo y ya me habían llevado a la casa en la que me crié, a mi rincón del sofá, a ese niño que flipaba y se tapaba media cara con un cojín cuando en una biblioteca empezaban a moverse libros solos ante la atenta mirada de la anciana bibliotecaria.
Así que, empezaré quitándome lo objetivamente menos destacable de esta peli para entrar rápido en el mood flipado que quieres leer y que necesito compartir.
No arriesga en fórmula alguna, es básicamente el mismo argumento del primer film, si quitas el factor nostálgico ciertamente la narrativa es lenta en los dos primeros tramos (acelerando demasiado la recta final) y hay dos o tres personajes o incluso alguna trama romántica adolescente que creo sobra por todos lados.
Ya está. Ahora entremos en materia.
Que disfrute el homenaje audiovisual a cada aparato que ves y en los que de un modo casi del fanático coleccionista se recrean visualmente (equipo de protones, medidor PKE, trampas…)
Cómo uno sabe que un técnico de sonido hizo el Da Vinci de los sonidos cuando encienden esas mochilas, y un sonido único automáticamente reconocible te transporta a lugares que tenías profundamente guardados.
De que manera te recuerdan que la BSO de Cazafantasmas que tenías impresa en la piel iba mucho mas allá de la canción de Ray Parker Jr.
Que acierto volver a esa comedia adulta y gamberra marca de la casa y tan bien defendida por Paul Rudd, Carrie Coon y el resto del elenco, incluidos los adolescentes.
A los fans de Stranger Things, que tanto mamaba de esta saga en parte de su esencia, lamento deciros que uno de los que sobra en la función es Finn Wolfhard, pero me agrada invitaros a que os deslumbréis con la enorme personalidad y talento de Mckenna Grace, que se lleva la función de calle.
Sin duda el gran acierto de la película, es trasladarnos a un ambiente más familiar, pues salvo por la relación que se establecía en las otras dos pelis de la saga (porque sí, sólo hay dos ¿vale?) entre Peter Venkman y Dana Barrett , parecía que pocas más relaciones afectivas se establecían en el círculo de estos currantes de lo desconocido. No me olvido de Janine y Louis Tully en la segunda, pero ya me entendéis.
Aquí el lado humano y emocional entran por la puerta grande, las relaciones afectivas positivas y negativas hacen fuerte acto de presencia, y el mas allá y el más acá se dan la mano en un ejercicio de fusión de realidad y ficción que hará que, como un servidor, salgáis con lágrimas en los ojos de la sala de cine.
Muchos dirán “funciona porque tira de nostalgia”, a lo que yo humildemente respondo que es muy difícil utilizar las herramientas de la nostalgia, activar ese chip que todos llevamos dentro, estar a la altura de las expectativas del niño que llevamos dentro y que desea con fuerza volver a esas teles Grundig, a cuando teníamos que pedir turno para ver una vez más el VHS de Cazafantasmas porque solo había un dispositivo en casa, a esa sala de cine en lo que todos gritamos cuando la estatua de la libertad comenzó a caminar.
Es francamente complejo estar a la altura, ponernos los pelos de punta, a pesar de la enorme calidad de los precedentes. Y esta película lo consigue con creces, sin pudor, sin complejo al lado más nostálgico. Te da, te da y te da, convirtiéndose Jason Reitman en ese amigo que te invitaba a su casa a ver de nuevo juntos esa película que tanto os gustaba.
De las sorpresas no hablo, de los momentos homenaje (las decenas de ellos) me callo, os dejo que como a mí, se os humedezcan los ojos y tengáis ganas de nuevo de decir: “Soy el maestro de las llaves” a la persona que os mole para ver si en una suerte extrema de conexión karmática os contesta “Soy la guardiana de la puerta”.
La mejor crítica que puedo hacer es deciros que ya tengo mis entradas para volver a verla con un buen puñado de amig@s el día del estreno.
Tu deberías ir comprando las tuyas… “¿A quién vas a llamar?”