2’5 Butacas de 5
Clint Eastwood es una de esas leyendas del cine que nunca se olvidarán. Su aportación a la industria es muy notable, y no solo por la visibilidad que siempre ha tenido, sino también por todo lo que lo ha prolongado a lo largo del tiempo. Su carrera continúa a día de hoy con sus escandalosos 91 años de edad, aunque por desgracia parece que su fin va acercándose, y se ha podido ver en su última obra Cry Macho.
Esta película cuenta la historia de Mike Milo (Clint Eastwood), una exestrella del rodeo y criador de caballos jubilado que se encuentra en su soledad. Pero esta acaba cuando un viejo amigo le pide un último favor, embarcándose así en un viaje a México para llevar a un niño lejos de una madre alcohólica y de vuelta con su padre.
La elección del director de adaptar la novela de N. Richard Nash sigue con la línea que lleva Clint Eastwood desde hace ya unos cuántos años, en la que el aclamado actor y director se encarna en un viejo cascarrabias que acaba metido en problemas que, a pesar de superarle, consigue sobrepasar de alguna manera. Con Gran Torino (2008) logró cautivarnos, Mula (2018) no nos decepcionó, pero el caso de esta última entrega es diferente.
Por desgracia podemos hablar de escasas virtudes, y los defectos se hacen notar a lo largo de toda su duración. El guion deja bastante que desear, con diálogos bastante pobres que no consiguen ser apoyados por la actuación de sus actores, entre los que se encuentra Clint Eastwood, al cuál la edad le afecta más allá de lo que es su personaje. Se puede ver que la propia elección de los planos está planteada para disimular su dificultad para moverse.
Por otro lado, hay situaciones que directamente carecen de sentido. Que un hombre de esa edad pueda tumbar de un simple puñetazo a un hombre de unos 30 años es poco creíble, o que un gallo consiga hacer lo mismo con él llega al punto de ser absurdo.
Otro aspecto que lastra bastante en relación al guion, aunque es comprensible, son las constantes traducciones entre el español y el inglés que suceden durante todo el filme. Llegan a saturar bastante al espectador.
Algo que sí que es innegable es que el apartado técnico, como es típico en películas de este presupuesto, es impecable. El trabajo del departamento de fotografía está muy bien logrado, así como el trabajo realizado por el departamento de arte, que se adecua muy bien a la época y los personajes.
Pero da la sensación de que se podría haber aprovechado mucho más, y que el único encanto de la película se encuentra en el nombre del actor protagonista y director. Desde luego pone en duda el futuro de su carrera. Aunque no hay que cometer el error de olvidar lo que el nombre de Clint Eastwood ha significado durante tanto tiempo. Su recorrido merece ser honrado, y es hasta envidiable, ya le gustaría tener a cualquiera la ilusión y las energías para seguir realizando el trabajo de tus sueños a tan avanzada edad. Por ello, lo mejor que podemos hacer es recordar lo que siempre ha sido, y rememorarle viendo sus grandes éxitos del pasado.