4 Butacas de 5
Tras haberse estrenado en Japón en diciembre de 2020, llega a nuestro país la nueva película del estudio Bones, responsables de series tan populares como Fullmetal Alchemist o My Hero Academia. Y aquí hay que aplaudir una vez más la labor de Selecta Visión, porque, desafiando la noción de que las salas de cine están lejos de recuperar el esplendor de hace apenas dos años, que en plena pandemia se siga apostando por el anime en España es motivo de celebración. Tanto es así que, para alegrarse de que Josee pueda verse en pantalla grande, habría bastado con que esta fuese una propuesta rutinaria de las que solo sacian a los que devoran todo lo que viene de Japón. Pero es que se da el caso de que la celebración es doble, pues nos encontramos ante una de las películas animadas más conmovedoras y genuinas de los últimos cinco años.
Basada en un relato corto de Seiko Tanabe, Josee, el tigre y los peces cuenta la historia de Tsuneo, un estudiante universitario que trabaja como instructor de buceo para cumplir su sueño de irse a vivir a México, hogar de una especie de pez a la que ansía poder ver en su hábitat. Sin embargo, su rutina cambia al conocer a Josee, una temperamental joven a la que su abuela no le permite salir sola a la calle desde que sufrió un accidente que la obliga a moverse en silla de ruedas. Cuando Tsuneo acepta un segundo empleo como acompañante de Josee, lo último que se espera es que la vida de ambos se transforme para siempre.
Un análisis muy superficial del argumento ha hecho que la película sea comparada con esa obra maestra reciente que es A Silent Voice (con la que, por cierto, comparte productores), pero Josee es mucho más que un drama romántico escrito a la sombra de aquella. Es, por derecho propio, un ejemplo casi paradigmático de cómo emocionar sin empalagar al espectador ni recurrir a golpes de efecto telenovelescos: pese a que, como es lógico, encontramos varios lugares comunes del género, el desarrollo de los personajes y el ritmo de la cinta son tan buenos que la historia fluye sin artificios (o sin que estos importen demasiado, que a fin de cuentas viene a ser lo mismo).
A este efecto contribuyen tanto su estupenda banda sonora como una esmeradísima animación que deja momentos memorables. Merece la pena ir a verla al cine y disfrutar de todo lo que el anime moderno puede ofrecer a nivel visual, aunque se echa de menos algo más de personalidad en los diseños: si bien cumple de sobra en el plano técnico, a Josee le falta la chispa de creatividad que sí tienen Miyazaki o Shinkai para poder ganarse el sobresaliente. Con todo, este carrusel de emociones tiene potencial para encantar incluso a los que no son aficionados al anime.