3 Butacas de 5
Esperar ciertas cosas de las películas puede jugar muchas veces una mala pasada al espectador. Sobre todo, cuando el protagonista es Liam Neeson y todavía tenemos en nuestra mente algunos de sus últimos personajes como el de la trilogía Venganza. Es cierto que el bueno de Liam le ha sabido tomar un nuevo pulso a su carrera, dejando de lado el drama y sumergiéndose en historias más viscerales que le permiten lucirse como un intérprete de acción al estilo de los viejos rockeros.
Una de las múltiples aristas de su trayectoria es Ice Road, película que llega a las carteleras españolas el próximo viernes 27 de agosto y con la que consigue ejemplificar una vez más su estilo de héroe de acción, en un thriller de supervivencia y con tintes socioeconómicos.
Dirigida por Jonathan Hensleigh (El Castigador, 2004), el largometraje es es el último ejemplo del actor, imponente como un témpano de hielo y capaz de resquebrajar cualquier iceberg con la mirada. Junto a Neeson están Laurence Fishburne, Amber Midthunder, Holt McCallany y Matt McCoy entre otros, otorgándole sentido a una historia que aunque podría haber sido mucho más potente y sin caer en tantos estereotipos, cumple perfectamente con lo que pretender ser: un thriller de acción al límite de la supervivencia.
Aquí no hay acción desenfrenada como en Non-Stop o la trilogía de Venganza, aquí nos adentramos en un intenso thriller de supervivencia sobre carreteras heladas, unos empresarios díscolos y una carrera a contrarreloj por salvar la vida de unos trabajadores atrapados en un gaseoducto.
Lo mejor de la película es el aroma a thriller de los años noventa que su director ha impregnado a la película. Gratos ejemplos como Límite Vertical o Infierno Blanco, forman parte de la liga en la que participa Ice Road, sacando todo el jugo al film a través del gran peso que tiene Liam Neeson.
No hay tiempo para el respiro en la película, tras una presentación de personajes muy lineal, empatizamos perfectamente con la historia, ofreciendo retazos de un guion sencillo que, a pesar de no tener escenas de acción memorables, sabe mantener el pulso durante todo su metraje.
Hay tiempo incluso para pasar de puntillas sobre ciertos mensajes como la corrupción económica de los empresarios que anteponen su dinero a la de salvar vidas humanas o a la lealtad a la familia, ya que Liam Neeson además de tratar de sacar la película hacia delante tiene que cuidar de su hermano discapacitado pero que es un auténtico crack como mecánico.
A través de un argumento básico en el que un grupo de mineros queda atrapado en una mina de una región helada, un equipo experimentado en carreteras complicadas, emprende un rescate imposible teniendo que sortear diferentes obstáculos como el hielo, las frías temperaturas y otras amenazas a las que plantar cara.
Lo bueno de la película es que aquí los buenos están muy bien retratados mientras que a los villanos se les hubiera agradecido un poco de más profundidad. A pesar de la linealidad y clichés que se le puedan buscar, y que el CGI canta como si el ojo de Sauron tuviera depresión, Ice Road es un thriller frenético, intenso y súper entretenido con el que disfrutar de un buen refresco helado gracias también al trabajo musical de su compositor Max Aruj.