3´5 Butacas de 5
A Shawn Levy le conocemos principalmente por haber dirigido varias comedias de cierto éxito (Noche en el museo, Los becarios, Noche loca…), aunque también se ha adentrado en el terreno de la ciencia ficción con Acero puro y, de manera destacada, varios capítulos de Stranger Things. Con ese currículum, la historia de un personaje de relleno de un videojuego que trata de encontrarle sentido a la locura de mundo en el que vive parece el material perfecto para combinar esas dos facetas. Quizá así se explica que Levy haya conseguido, no ya su mejor película hasta la fecha, sino una de las comedias más espectaculares y refrescantes de los últimos años.
No todo el mérito es suyo, claro. Capitaneando el proyecto se encuentra un Ryan Reynolds desatado: hilarante en los momentos de humor, convincente en las escenas de acción y carismático siempre. Era quizá el actor perfecto para encarnar a Guy, pero hasta las apuestas sin riesgo hay que ganarlas. Junto a él, Jodie Comer prueba con un registro más cálido después de maravillar en Killing Eve y demuestra que está preparada para lo que le echen: ojito a esta actriz, porque si los papeles la acompañan lo tiene todo para comerse Hollywood. Al tiempo.
El resto del reparto no desentona: para delicia de sus fans, Joe Keery repite con Levy tras Stranger Things, y Taika Waititi abraza el histrionismo sin complejos para encarnar a un villano de los que a él tanto le gusta dirigir. Pero si el elenco brilla como lo hace es gracias a unos diálogos ágiles que les sacan todo el partido tanto en las situaciones más serias como en las más disparatadas.
Porque sí, Free Guy tiene de todo: incluso una sorprendente trama romántica que, lejos de caer en los lugares comunes del género, confiere a la película una identidad a la que aferrarse y sobresalir entre sus competidoras. Que no son pocas, por cierto. El show de Truman, La Lego película, El último héroe de acción, Ready Player One… todos esos referentes están ahí, hasta el punto de que en ocasiones el auténtico mérito de la película es el de saber mezclarlos y adaptarlos a la época actual. En este sentido, los más fanáticos de los videojuegos estarán encantados de descubrir referencias a títulos tan emblemáticos como la saga GTA o Fortnite, aunque no es necesario en absoluto conocerlos para dejarse llevar por la historia.
Lo mejor es que el humor referencial y los guiños nostálgicos no son un reclamo para atraer espectadores (como en Ready Player One, más allá de lo justificado que estuviese) ni un maquillaje tras el que ocultar otras carencias (como ha pasado hace poco con la desastrosa Space Jam 2). El tráiler, de hecho, no contiene nada de eso, más allá de lo familiar que resulte la ambientación del videojuego en sí. Es por eso por lo que, cuando Free Guy sorprende con algún guiño (llamémoslo así para no destripar nada), el resultado es magnífico: una apuesta por la sorpresa en lugar del clickbait. Impensable en estos tiempos.
¿Es Free Guy revolucionaria? No, pero tampoco pretende serlo. ¿Es perfecta? Ni mucho menos: la caída del ritmo hacia el segundo acto es bastante notoria, por poner un ejemplo llamativo. Afortunadamente, el espectacular tramo final compensa con creces ese pequeño bache. En conjunto, estamos ante una simpatiquísima comedia cargada de acción, efectos especiales y muy buenas ideas. Pura diversión.