3 Butacas de 5
Y es que esa es la sensación principal con la que sales del cine.
¿Es divertida? Sí, mucho.
¿Tiene acción bien rodada? Sí, sin duda.
¿Tiene un elenco haciendo bien su trabajo? Pues la verdad es que también.
Pero…
La sensación es que, mientras que la primera peli fue un soplo de aire fresco original e innovador, este segundo intento sobrevive a base de repetir fórmulas más que manidas en 30 años de cine de acción con tintes cómicos.
Coge tu poquito de DIE HARD, tu poquito de BAD BOYS, tu poquito de MISIÓN IMPOSIBLE… agita y tienes esto. Eso hace que, sinceramente, si en un mes me preguntan por un momento de la película acabe contestando: la verdad es que no me acuerdo de ninguno en concreto destacable, era divertida eso sí.
Pero si me preguntas hoy por un gag de BAD BOYS, un chascarrillo de John MacClane o una escena de acción de MI te sabría contestar con 100 ejemplos.
En definitiva, a esta segunda parte le falta alma, tirando un poco por tierra todo lo que consiguió su antecesora.
Hubo un momento en el que desee (cuando la veáis sabréis qué momento es) que apareciera el mismísimo Kevin Costner para tener ese gran momento deseado por el que valiera la pena todo lo demás, pero no nos lo regalan, lo siento.
Se nota demasiado que es película del género “pagar la letra de la hipoteca” de todo el reparto. Eso sí, se nota también que se lo han pasado bien.
El problema es que lo que era gracioso al principio en el caso de Ryan Reynolds, ya empieza a resultar un poco cansino.
¿Soy el único que tiene la sensación de que toda su filmografía reciente consiste en las locas aventuras del mismo personaje en diferentes situaciones?
Ahora mismo no sabría decirte diferencias entre este Michael Bryce, con el ONE de “6 UNDERGROUND” o el Nick Walter de RIPD. De hecho, coge a los tres anteriores, quémales la cara y tienes a DEADPOOL.
Básicamente es darle muchos chascarrillos, ponerlo a correr y dar tiros, y convocarlo a varias jornadas de postproducción para hacer su característica voz en off sarcástica y gamberra. Ojo, que todas las citadas me encantan, pero está ya en el límite del encasillamiento extremo, si no lo ha superado ya.
Incluso al malo malísimo, interpretado correctamente por Banderas, le falta personalidad, cayendo en viejos tópicos de diseño de personaje en el propio guion, no dándole un por qué claro con el que trabajar. El callo extremo de nuestro Antonio lo solventa, pero se queda en un villano destinado al olvido por su pobre diseño.
Un error común al diseño de todos los personajes, no salvándose ni Morgan Freeman. Insisto, cogiendo a este elenco y dejándoles pasárselo bien, mal no te va a salir la jugada nunca, pero de aquí a un año uno dirá “Creo que sí que la he visto…¿en esa salía Salma Hayek no? ¿No era la que salía también Denzel Washington?
En definitiva, una gamberrada que cumple con su función de entretenimiento (que no está nada mal) pero que se os olvidará a los 5 minutos de salir del cine. De hecho yo he escrito esta crítica 4 días después de verla y he tenido que hacer un ejercicio fuerte por recordar momentos, teniendo que optar más por sensaciones, porque sinceramente no recuerdo mucho. Pero gracias por el buen rato, un poco largo quizás para lo que era.