4 Butacas de 5
Mira al cielo ¿todavía sigues queriendo tocar las estrellas? Entender el firmamento sigue siendo una asignatura pendiente para gran parte de nosotros. Solamente los expertos en la astronomía son capaces de entender lo que acontece en un firmamento, que es tan mágico como la vida. A veces, y solamente a veces, alzamos la mirada y pasa por nuestra vista una estrella rápida, casi invisible, pero que desprende un destello de luz increíble. Ese haz de luz se llama Ainhoa Rodríguez.
Ainhoa Rodríguez, directora y guionista, no tiene nombre de estrella, no le hace falta, ella es un terremoto sísmico que ha convertido el surrealismo, el costumbrismo y el realismo mágico en una historia de ficción tan hipnótica como brillante. Destello Bravío es su película, una joya tan auténtica como simbolista que habla de la vida, de lo cotidiano, las costumbres y la gran figura de la vida: la mujer.
Luchadoras, salvadoras, religiosas, trabajadoras…su película está llena de momentos, de cualidades como la soledad, el deseo y la necesidad de sentirse libres a través de un plano fijo, en el que nuestra mirada espera que acontezcan cosas, pero es la atmósfera de la vida rural la que nos hipnotiza, la que convierte la vida de sus personajes en la esencia de una historia que habla del abandono rural, del empoderamiento de la mujer ante lo cotidiano y que espera la llega de un movimiento celestial que ilumine el cielo. Ainhoa Rodríguez y sus mujeres con el rayo de luz que necesitaba complementar a Málaga.
Esta no es una película convencional, es un largometraje en el que hay que recrearse y dejarse llevar a otros lugares. Aquellos lugares en los que la directora de la película pasaba sus tardes de verano, contemplando el cielo e imaginando contar la vida de quienes iluminan el alma, las mujeres que llevan toda la vida luchando, viviendo en sus localidades, teniendo la necesidad de romper la monotonía y explotar de puro placer.
El largometraje se estrena el próximo 18 de junio y es un verdadero gozo para la vista, el ambiente y convierte la ficción en un hechizo que atrapa llevando el surrealismo y el costumbrismo a una atmósfera bucólica, donde la vida pasa y se disfruta mirando al cielo.