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La Iglesia, además de un lugar de culto a la religión, siempre ha sido un poder usado por los estamentos de la sociedad. Ya sea para adoctrinar, encontrar esperanza, e incluso lanzar ideas politizadas en las que sus súbditos profesan una fe inquebrantable.
Es evidente que la propia religión, la iglesia y los curas han sido vistos también desde otro punto de vista como enemigos a otras ideas políticas como el comunismo en los diferentes regímenes. Se les han perseguido, acosado, e incluso han sido usados en otros casos como títeres espías para conocer algunas de las ideas que se manifiestan.
Las convicciones religiosas y la tentación a caer en los brazos del régimen son dos de las muchas ideas que deja posar ‘Siervos’, la película del cineasta eslovaco Ivan Ostrochovský, director que nos ofrece un relato histórico, de estilo noir y que incluso se torna por momentos en una auténtica película angustiosa al más puro estilo del terror.
La narrativa nos sitúa en 1980, Checoslovaquia. Michal (Samuel Polakovic) y Juraj (Samuel Skyva) son estudiantes de Teología en un seminario. Sus tutores, atemorizados con el cierre de la escuela, moldean a los seminaristas para satisfacer las directrices del Partido Comunista. Bajo estas circunstancias, los jóvenes estudiantes deben decidir entre caer en la tentación y elegir el camino más fácil colaborando con el régimen o, por el contrario, defender sus convicciones y someterse a las presiones de la policía secreta.
La película no solamente narra la vida de los jóvenes seminaristas, es una evolución oscura a través de un thriller angustioso, por momentos cerca del terror, y con un estilo visual que atrapa, cautiva, y nos hace partícipes de una historia llena de sufrimiento y desesperanza. El film retrata perfectamente la compleja relación entre la Iglesia católica y el partido comunista, una convivencia incómoda en la que la organización Pacem in Terris, formada en 1971, trataba de mantener una ideología estatal, pero nada compatible con los cánones que denunciaba Dios.
‘Siervos‘ es una película compleja, no solo para entender sino también para adentrarse en ella. Una historia dura, de como la represión que se vive en épocas de persecución, la esperanza se torna en desesperanza, sufrimiento y desilusión. Un análisis también humano de la propia culpa que nos atormenta en situaciones complejas. Rodada al completo en blanco y negro, con el uso constante del plano fijo, haciéndonos partícipes del aislamiento de la luz sin encontrar salida al horror. Una atmósfera opresiva, con un registro terrorífico que nos atrapa por completo.
Una historia de sufrimiento, maldad y desesperanza a través de una relación de amistad entre compañeros de la iglesia, con un sentimiento de culpabilidad que atrapa y que hará adentrarse en los propios pecados del hombre y sus dogmas.