'La señora Lowry e hijo': “Un regalo del pasado”

'La señora Lowry e hijo': “Un regalo del pasado”

3´5 Butacas de 5

Cuando vamos a un museo y observamos un cuadro, podemos preguntarnos la historia que hay detrás. Algunos llaman más la atención que otros; sin embargo, todos suelen ser una ventana hacia la vida de la persona que lo pintó.

Ese mensaje forma parte de la nueva película dirigida por Adrian Noble (The Importance of Being Earnest) acerca de parte de la vida de L. S. Lowry, pintor inglés reconocido en pleno siglo XX. Pero no se trata de un vistazo a la biografía de esta personalidad, es más una ojeada a un fragmento de su vida. Un fragmento donde también se nos muestra la relación con su madre, Mrs. Lowry, interpretada por Vanessa Redgrave (Regreso a Howards Ends, Cartas a Julieta).

Nuestro pintor, cuyo intérprete es Timothy Spall (Mr. Turner, Nieva en Benidorm), se nos presenta como un hombre ensimismado y fantasioso, que vive en su propio mundo y lo observa a su manera. Mirada, que muy hábilmente nos va a construir Noble con la creación de dos atmósferas narrativas un tanto contrapuestas.

Estos dos ambientes, se van a diferenciar gracias a una buena compenetración entre el trabajo actoral, la banda sonora y las paletas de color que, además, van a mostrar el peso y la percepción del propio Lowry. Por un lado, nos encontramos con el exterior, con una luz clara y suave, en la que el personaje de Spall se deleita y más tarde traslada a sus pinturas, siendo perfectamente reconocible. Por el otro, nos encontramos con el interior de la vivienda, donde aguarda una madre enferma que se alimenta de recuerdos y viejos rencores; donde la luz entra a duras penas y hay un ambiente recargado. En este espacio, este pequeño mundo, ella es dueña y señora, detalle que va a ser clave en la relación materno-filial, encadenándoles en una relación que dudo mucho que se llegue a comprender desde la mirada del espectador, aunque guionista y director se hayan atrevido a entrar.

Gracias a la planificación escénica y la interpretación, nos damos cuenta de que en la película vamos a conocer los dos mundos que conformaban la vida de L. S. Lowry, llegando a una etapa de la misma donde no faltarían muchos años para comenzar a ser reconocido en las galerías importantes de Londres. La etapa previa, marcada por la incomprensión, tanto de su madre como de los críticos, la cual desembocaría en un enfrentamiento continuo. Precisamente, representado por esas dos atmósferas narrativas mencionadas anteriormente.


Aunque los escenarios y los ambientes se trasladen de una manera tan acertada, no ocurre lo mismo con los ritmos. Hay un intento de marcar un ritmo en cada uno de ellos, pero terminan supeditados al diálogo, de manera que la ilusión de dos mundos distintos se difumina como la profundidad de sus pinturas. Desde otra perspectiva, es como si el carácter tan fuerte que se le otorga a la madre, esté incluso por encima del propio director. No obstante, de esta manera, se despista y sorprende al espectador (al menos personalmente).

Se trata de un relato audiovisual que pone de manifiesto una realidad que sufrían los artistas menos academicistas, sumado al afán de una madre que quiere que su hijo sea “mejor” y de provecho. También la presión sobre los mismos de manera que se coartaba su manera de expresar y mirar; trasladada por Noble de una manera muy personal, casi poética. Una película, al fin y al cabo, que aboga la libertad de expresión de todas esas personas que ven el mundo a su manera y se atreven a expresarlo, aunque el viento no sople a favor.