3 Butacas de 5
Con todos los grandes estrenos de 2020 pospuestos durante meses o relegados a aparecer solo en plataformas digitales, el público está ya más que resignado a tener que esperar para casi cualquier cosa. Sin embargo, lo sorprendente del caso de Ojalá te mueras no es que vaya a llegar a nuestros cines casi tres años tarde, sino que vaya a llegar, a secas. Pese a su buena acogida en festivales, no era fácil apostar por esta humilde película húngara para cubrir el vacío de novedades de la cartelera española. Pero aquí está. Quedémonos con eso.
La nueva película de Mihály Schwechtje trata sobre Eszter (Szilvia Herr), una chica de dieciséis años que se enamora de su profesor de inglés (Csaba Polgár) sin darse cuenta de que, a su vez, se ha convertido en el centro de todas las miradas de su compañero Péter (Kristóf Vajda). Todo cambia para siempre en sus vidas el día que el profesor anuncia que deja el colegio para trasladarse a Londres, lo que desencadena un intercambio de mensajes con la joven que pronto se convierte en una relación a distancia más que problemática.
Si Ojalá te mueras tiene una virtud que destaque sobre el resto esta es su brutal enfoque naturalista, con una cámara que no duda en mostrar los aspectos más crudos de la vida de los adolescentes protagonistas. Dicho esto, y aunque desde el punto de vista técnico funciona muy bien, esta invasión de la intimidad de los jóvenes genera una incomodidad creciente a medida que la película avanza y se va volviendo más y más oscura. Lo que se cuenta (y cómo se cuenta) no es nada fácil de digerir, y Schwechtje acierta al esquivar una postura explícitamente didáctica o demasiado sensacionalista… pero, por otro lado, el distanciamiento entre el espectador y los personajes es un abismo casi insalvable.
La única y obvia excepción es Eszter, víctima de una situación que, por desgracia, se repite en institutos de todo el mundo. Aun así, uno no puede quitarse del todo la sensación de que el desarrollo de los acontecimientos es demasiado simplista y artificial, sobre todo si se contrapone el estereotípico desarrollo de los personajes con las pretensiones de realismo de la cinta. Si se rasca un poco la superficie, más que una historia sobre la adolescencia y los peligros de las nuevas tecnologías parece la visión de un adulto que no sabe ni qué aplicaciones usan los jóvenes de hoy para chatear.
Como última nota positiva, Szilvia Herr es todo un descubrimiento, y su interpretación confiere humanidad a una película que, de otro modo, resultaría demasiado áspera en todos los sentidos. Porque no, Ojalá te mueras no es cine de evasión, aunque eso no es algo malo en sí mismo. Ojalá no dejen de aterrizar en España propuestas tan honestas y provocadoras como esta.